26 de noviembre de 2010

A vueltas con los Informativos: de "Caso abierto" a la prensa kirchnerista

En el variado universo de las series policiales, Caso abierto (Cold case) seguramente no será de los primeros nombres que se piensen a la hora de elaborar las listas de las producciones más populares ni de las mejor valoradas. Difícilmente alguna vez se la vaya a considerar una serie de culto como The Wire o The Shield. A diferencias de éstas, fue concebida para llegar al gran público. No por nada está producida por Jerry Bruckheimer. Pero a pesar de ello, es una buena serie, por encima de la media, original dentro de lo que cabe, con un buen elenco y, sobre todo, con un punto de partida que siempre es el mismo pero que permite que todo sea siempre diferente: cada capítulo aborda un caso policial que en su momento fue cerrado por falta de pruebas y que, por diferentes circunstancias, el equipo de Homicidios de la policía Filadelfia se dispone a reabrirlos hasta resolverlos.


Protagonistas de la serie Caso abierto (Cold Case).

Esta premisa tan sencilla permite volver a la época en la que sucedieron los crímenes, ofreciendo pinceladas del contexto sociocultural y político de los años en que se centran las historias y su contraste con la actualidad, además de las recreaciones históricas en lo que hace a escenografía y vestuario (los constantes flashbacks al pasado que se intercalan con la investigación policial en el presente son el sello característico de la estructura narrativa de la serie).

La discriminación de la mujer a mediados del siglo pasado, la segregación y el racismo contra los negros, la guerra de Vietnam o la más reciente de Irak, dramas familiares, la irrupción del hippismo en la sociedad norteamericana y muchísimos temas más han ido apareciendo en los capítulos de esta serie a lo largo de sus siete temporadas (la CBS ya ha anunciado que la serie ha sido cancelada). Y en el capítulo que enganché ayer en la tele, titulado Informativos (Breaking news, temporada 6) , abordaron justamente el mismo tema tratado en el post anterior de este blog: la idiotización de los informativos de televisión, el creciente proceso de transformación de los espacios antes dedicado a contar las noticias en simples y burdos contenedores en los que lo verdaderamente noticioso aparece disimulado entre reportajes “de color”, propaganda política e informaciones insólitas.

En el mencionado capítulo, que contaba el asesinato de Jane Everett, una presentadora de informativos que estaba a punto de dar a conocer un reportaje de denuncia, hubo referencias directas a la superficialidad de cierto periodismo, a lo que ocurre cuando la ética profesional se ve desplazada por los intereses económicos y a cómo algunos periodistas encuentran justificaciones de todo tipo para defender sus intereses y mezquindades.

Si bien la historia estaba situada en la Filadelfia de 1988, el diagnóstico que se hacía de los informativos de entonces bien podría aplicarse a los de la actualidad. En una escena, luego de ver a su hija presentando un reportaje que en realidad no era más que publicidad encubierta de unos de los principales auspiciantes del canal de televisión, la madre le recrimina a Jane, otrora fervorosa e idealista estudiante de periodismo, que se prestase a disfrazarse de leopardo para realizar ese tipo de coberturas. Y al mismo tiempo se queja de la superficialidad del noticiero. Indignada, la madre dice con tono irritado: “¡Es que no entiendo por qué han dejado de ser informativos!”, a lo que la hija, avergonzada y a la defensiva le responde con las mismas palabras que perfectamente podrían salir de la boca de Pedro Piqueras, actual director de los nefastos informativos de Telecinco: “¡¿Cuántas veces tengo que decirte que así es como funciona el negocio ahora?!”.

En otro momento del capítulo, cuando estaba siendo interrogado por los policías sobre las circunstancias del asesinato ocurrido dos décadas atrás, el que fuera entonces jefe de redacción del informativo explicaba de la siguiente forma el por qué de la deriva del espacio que dirigía hacia el infoentretenimiento: “Entonces se consideraba noticia todo lo que subiera la audiencia. A más audiencia, más beneficios; y a más beneficios, mejores vacaciones para todos”.

Pero lo más contundente estuvo en el cara a cara que la reportera, instantes antes de ser asesinada, tuvo con su jefe y ex compañero de facultad, quien le hace ver que no emitirán el reportaje de denuncia contra el principal patrocinador de la cadena. Con evidente amargura y decepción la reportera le echa en cara a su colega que “fuiste tú el que me enseñó todo sobre la ética periodística...todas aquellas lecciones que nos dabas en la época de la universidad...”. Y el otro, con un cinismo muy en boga actualmente, le responde que “los informativos ya no son lo que eran, a ver si te enteras. Sólo importan los índices de audiencia”.

Ya ni los periodistas parecen entender
en qué consiste el periodismo

Es verdad. Los informativos ya no son lo que eran. Y el periodismo ya no es comprendido ni valorado correctamente ni siquiera por muchos periodistas que viven notables confusiones, algunos por erróneos enfoques ideológicos y otros por descarado oportunismo.

En una entrevista que le realizaran recientemente, el director de Télam (agencia estatal argentina de noticias) Martín García, insinuó que prefiere contar con militantes políticos antes que con periodistas. Militantes oficialistas, obviamente. Sin dudas todo un canto a la imparcialidad. Y luego se sorprenden si algunos no queremos creer en la propaganda gubernamental (mal) disfrazada de información que difunde la amplia red de radios, blogs, canales de televisión, diarios y periodistas adscritos al kirchnerismo.

Por si fuera poco García no tuvo empacho en calificar de la siguiente manera a los periodistas: “Los profesionales son como las prostitutas, escriben mentiras en defensa de los intereses de los que les pagan”. No se sabe bien si se trató de un mea culpa, de una explicación de cómo funciona en Argentina la prensa oficialista o si sólo se trató de una crítica a los periodistas no sumisos a la maquinaria kirchnerista.


Alta estima. Para Martín García, director de Télam,
los periodistas son como las prostitutas.

En cualquier caso no deja de ser curioso que algo así lo diga un hombre que trabajó ayer para Menem, Duhalde, Cafiero y Rodríguez Saá, hoy trabaja para el kirchnerismo, y mañana quien sabe para quién trabajará. Seguramente, al igual que las prostitutas, lo hará para quien le pague, muy en la línea de los “militantes” de quita y pon que tanto se llevan en el periodismo argentino de hoy día.


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19 de noviembre de 2010

Los informativos como nuevo formato estrella de la telebasura

La coherencia es un concepto recargado de connotaciones positivas. Prácticamente a diario todos nos llenamos la boca reclamando, exigiendo (siempre a los demás, rara vez a uno mismo) coherencia. Pero lo cierto es que, paradójicamente, la coherencia es más bien escasa en casi todos los niveles de la sociedad.

Ahí tenemos a los políticos que cuando están en la oposición demandan unas cosas y cuando ocupan cargos de poder hacen lo contrario; o ciertos periodistas que antes defendían la profesión, se autodenominaban guardianes de la ética y les buscaban constantemente las cosquillas a los poderosos y hoy se han convertido en meros propagandistas y tontos útiles de quienes manejan el cotarro, todo a cambio de un sueldo más elevado, de un cargo rimbombante o un espacio en la tele o en la radio. También están, clásicos entre los clásicos, quienes edifican ante los amigos una imagen casi idílica de luchadores contra el sistema, de contrarios a la sociedad de consumo y al capitalismo y que luego ante la primera posibilidad favorable mandan al carajo esas consideraciones y se muestran capaces de vender a la madre y traicionar a quien haga falta con tal de aprovechar la primera posibilidad que se presente. Aquello que refleja muy bien el refrán de “donde dije digo, digo Diego”.

El ser coherentes es, sin duda, algo difícil de lograr. Es algo excepcional. De ahí que en este contexto casi siempre la coherencia se vea como algo favorable. Aunque no en todos los casos ser coherentes es bueno. Tenemos, por ejemplo, la programación del canal español Telecinco, que supone una muestra incontestable de coherencia: ofrecen basura en todos los horarios y en todos los formatos. Las series de producción propia, sus muchos y maratónicos talk shows y realities con sus correspondientes “debates”, ejemplifican las variadas formas que la mierda puede adoptar en la televisión. Y sus informativos, como no podían ser de otra manera, siguen la misma línea. Será cuestión de no resentir la imagen corporativa de la empresa.

Sangre, violencia, alarmismo social e informaciones ya no absurdas sino directamente estúpidas conforman los contenidos de los espacios dedicados a las noticias en uno de los canales de más audiencia del país y el que más dinero facturó el último año.


David Cantero. De solvente presentador cuando estaba en La 1, a
nuevo
capocomico de Informativos Telecinco.

Como breve pero suficiente muestra, tres “noticias” que encadenaron de manera sucesiva en la edición de hoy al mediodía: La historia de Nieves, una anciana de 84 años que con su música encantó a sus compañeros de residencia (¡¿?!) y que, según la cronista que realizó el reportaje, “hasta estaría dispuesta a grabar un disco”. Continuaron con la muy relevante historia de una yegua que pasa las tardes en el zoo de Polonia en el que vive, pintando cuadros con los pinceles que su cuidadora le pone en la boca (¡¡¡¿?!!!). Y seguidamente, mostraron una pieza en la que se hablaba de la evolución que ha experimentado el juguete Mr. Potato (¡¡¡¡¡¡¡¿?!!!!!!!) a lo largo de 50 años.

Por si fuera poco tener que soportar tantas estupideces hay que añadir la función que cumplen los presentadores, que con sus tonos de voz, las diferentes inflexiones, entonaciones, mohínes, ademanes y palabras que utilizan dan la sensación de haber padecido recientemente una lobotomía o de no haber superado nunca los 15 años. En lugar de parecerse a los clásicos y solventes presentadores de noticias a los que nos hemos acostumbrados durante mucho tiempo, ahora los conductores se asemejan cada vez más a unos animadores de cruceros por el Caribe en temporada baja, a unos payasos sin gracia que se esfuerzan por parecer graciosos.

Todo esto no hace más que evidenciar de qué manera conciben el periodismo en Telecinco y, sobre todo, qué es lo que realmente piensan de su público y su nivel intelectual. Claro que esta situación ni es novedosa ni exclusiva de los noticieros de Telecinco. Antena 3 y laSexta Noticias se esfuerzan tanto o más por hacer que sus espacios informativos se conviertan en auténticos noticieros de lo insólito. La lucha es dura y pareja. Tanto que no sorprendería que uno de estos días, luego de informar sobre la última medida anunciada por el presidente de Gobierno y de dar los datos sobre la crisis económica, alguno de estos presentadores se largue con aquello de “iban un español, un alemán y un inglés en un avión, cuando uno de ellos...”.


Kent Brockman, nuevo paradigma de los presentadores de noticieros.

Ser gracioso o no ser, esa es la nueva máxima del periodismo televisivo. El rigor, la coherencia, el tino, el sentido y la esencia de la profesión parecen ya no contar.

Es tan lamentable el nivel (por suerte quedan los informativos de La 1, CNN+ y TV3) que hace que uno mire con envidia a Kent Brockman y al noticiero que presenta en Los Simpsons. Por increíble que parezca.


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12 de noviembre de 2010

Dot, una nueva genialidad de Aardman Animations

Los del estudio británico de animación Aardman tienen un más que acreditado y merecido prestigio. Son unos verdaderos genios de la animación en stop-motion, principalmente con muñecos de plastilina, pero no sólo. Basta con decir que son los creadores de las aventuras de Wallace & Gromit (varios cortos y un largometraje), Chicken run, Flushed away (Ratónpolis) y Shaun the sheep, entre muchos otros trabajos con los que han ganado toda clase de premios, incluidos BAFTA, Globos de Oro y Oscar.

Los de Aardman Animations han vuelto a sorprender, ahora con un corto brevísimo, de menos de dos minutos, y que no está hecho con figuras de plastilina. El corto se llama Dot y está considerada como la animación stop-motion con los personajes más pequeños del mundo. (Dot, la chica protagonista, mide 9 milímetros. Los cientos de "muñecas" que se utilizaron para el rodaje fueron fabricadas en resina a partir de técnicas de impresión en 3D)

Todo nació debido a un encargo que el gigante de la telefonía Nokia realizara a los de Aardman. Los finlandeses les pidieron una creación que sirviera para promocionar las ventajas de su modelo N8 Cellscope. Se trata de un teléfono móvil que incluye una videocámara de 12 megapíxeles a la cual se le puede añadir un dispositivo que, básicamente, permite que el conjunto funcione como un microscopio con una cámara incorporada, lo cual puede resultar de una enorme utilidad para la realización de diagnosis médicas a distancia. En países o zonas mal comunicadas, con escasez de profesionales o de insumos médicos, un diagnóstico a distancia puede ser clave para salvar vidas. El cellscope permite, por ejemplo, que un médico pueda recibir las imágenes de una muestra de sangre y comprobar si el paciente sufre o no malaria.

Así las cosas, los de Aardman tuvieron una nueva excusa para estrujarse el cerebro y regalarnos una nueva genialidad.

Debajo pueden ver dos videos: el corto propiamente dicho y el making of (si le dan al botón CC, que aparece en las opciones debajo de la panatalla, podrán elegir subtítulos en distintos idiomas, castellano incluido.) De todas maneras, si no pueden activar los subtítulos y no entienden inglés (o los jodidos acentos de los condenados que aparecen en pantalla) no importa, véanlo igual, que se harán una idea de lo que fue todo el proceso y de la genialidad de estos tipos. ´

(Por cierto, quienes sintonicen TV3 de Catalunya, pueden ver Shaun the sheep de lunes a viernes en distintos horarios. Lo más sencillo es engancharlo por las tardes, poco antes de las 19hs).






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2 de noviembre de 2010

Los imperfeccionistas


Debo confesar que tenía mis dudas, bastantes, sobre “Los imperfeccionistas”, la primera novela del inglés Tom Rachman, publicada este verano en España. El que toda la historia se centrara en la redacción de un periódico y en la vida de varios personajes me resultaba, de entrada, innegablemente atractiva. Cuando tuve el libro entre mis manos por primera vez hace unos meses en una librería, las buenas vibraciones aumentaron. La portada resultó ser sencilla y sugerente: muestra la fotografía de un fardo de diarios atados con hilo de algodón y el título del libro y el nombre del autor aparecen impresos en relieve, lo cual hace que, inevitablemente, pases las manos sobre ellos una y otra vez como si fueras un ciego leyendo en braille.

Entonces comprobé que el breve texto de la solapa también cumplía su objetivo: tenía gancho, generaba expectativa. Mediante trazos generales, ofrecía una muestra de la variada fauna de personajes que pueblan la novela y sus circunstancias. Pero el hecho de que llegara acompañada de tantos elogios de la prensa anglosajona, que ha puesto el debut de Rachman por las nubes, me cortaba un poco el entusiasmo. Ya me pasó otras veces con algunos libros (me acuerdo, sobre todo, de “Absurdistán”) que los vendían como la repanocha y luego apenas si resultaban ser historias que pasaban por un uno sin dejar poso alguno, cuando no insatisfacción por no cumplir con lo insinuado.

Así anduve este tiempo, pensando en si debía comprarlo o no. Para quien alguna vez se ha dedicado al periodismo o a algo parecido, las historias referidas a este mundillo siempre tienen un interés añadido. Al final, vencí al cocodrilo y lo compré. Y desde luego que no me arrepiento de haberlo hecho. Hace mucho que no tenía esa hermosa sensación de estar tan enganchado con un libro, con no querer dejarlo, con leer hasta que te arden los ojos dejando pasar despreocupadamente las horas. Me lo terminé en dos días, aunque tranquilamente podría haberlo hecho en uno.

El libro está muy bien estructurado. El autor presenta en capítulos independientes pero que están entrelazados o conectados de alguna manera, la historia de distintos personajes del periódico a lo largo de cincuenta años: las narraciones transcurren desde el momento de la fundación del diario en la Roma de mediados del siglo pasado, al mundo más actual en el que Internet se presenta como la gran amenaza para la prensa tradicional.

Aunque diferente, recuerda en mucho a “Noticia bomba”, de Evelyn Waugh, uno de los clásicos de la literatura ambientada en el mundo del perdiodismo. Pero vale la pena destacar que así como para disfrutar de “El corazón de las tinieblas” (Joseph Conrad) no hace falta adentrarse previamente en las profundidades de la selva del Congo belga, tampoco es necesario estar ligado al mundo del periodismo para disfrutar de “Los imperfeccionistas”.

Se trata de un libro divertido en cierta forma, irónico y con algunas reflexiones más profundas de lo que se pueda pensar en un principio por el tono general del relato. Y si bien es verdad que las carcajadas no faltan, la sensación mayor que embargará al lector será la de melancolía. Por el devenir del periódico, por esa sensación creciente e inevitable de final del juego que se intuye y se va acelerando a medida que pasan las páginas y, sobre todo, por las vidas de cada uno de los personajes que Rachman nos muestra. Justamente en esto, en la creación de personajes tan particulares y tan bien definidos, el autor muestra tener un talento remarcable. En ningún momento lo que ofrece son caricaturas, por más patéticos que nos puedan resultar algunos de sus personajes.

Rachamn consigue generar un fuerte empatía en el lector; consigue que comprendamos a los personajes y sus circunstancias. Al final, uno no puede evitar tomar partido, decidir si tal o cual protagonista le cae bien, mal o regular. De manera inevitable uno termina sintiendo lástima, condescendencia o pena, cuando no plena identificación, por los personajes que desfilan delante de nuestros ojos.

Mientras va contando las distintas historias, a través de sus personajes Rachman va lanzando algunas observaciones sobre la prensa y la vida en general. Como en esa parte en la que habla del veterano corresponsal del periódico en París, caído en desgracia, del que dice que “conoce bien su oficio: todo se expresa en términos de posibilidades, propuestas, globos lanzados al aire. Todas las fuentes inventadas desean «permanecer en el anonimato» o son «altos cargos próximos a...»”.

O cuando se refiere, de pasada, a una chica de vida disoluta que “era capaz de acostarse con cualquier borracho de la calle y con la mayoría de ellos ya lo había hecho”. O cuando describe esa escena, tan común en cualquier bar, en la que recuerda que “cuando la chica rosada y rechoncha llama con la mano al camarero, éste no la ve; cuando la de busto lleno le hace una señal con la cabeza, acude como un rayo”.

O bien las que se incluyen en el relato de Arthur Gopal, el apático redactor de necrológicas que confiesa que “yo nunca tuve vocación de periodista. Yo sólo quería un sillón cómodo”. El mismo cuya mesa de trabajo, nos cuenta el narrador, “estaba antes junto al dispensador de agua fría, pero los jefes se cansaron de tener que charlar con él cada vez que tenían sed” y por ello lo terminaron desplazando a un rincón junto al armario de los bolígrafos.

Sobre el final, Rachman se permite una definición bastante acertada de lo que es un periódico: “ese informe diario de la estupidez y la brillantez de la especie”. No hay más que ver cualquier diario (en papel o en digital) para comprobar que esto es así. Aunque lamentablemente cada vez se le da más espacio a las estupideces que cometemos los humanos en lugar de resaltar las brillanteces.

En definitiva, que el libro bien vale los 17 euros que cuesta. No es mucho para un libro que uno sabe que lo va a guardar y al que volverá una y otra vez.

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30 de septiembre de 2010

Roma, sí pero no (y viceversa)


Vista de la Piazza Navona, uno de los principales atractivos de Roma.

Por más ganas que le haya puesto, Roma sigue sin parecerme una ciudad fascinante, cautivadora. Ni siquiera estoy seguro de que me guste, en el sentido que pueden gustarte esas ciudades a las que uno sueña con volver, ciudades que uno admira bien por su urbanismo, sus edificios y sus parques o por sus gentes, su aire cosmopolita, su gastronomía o su historia.

Y si es por urbanismo, edificios, gastronomía, parques e historia, Roma tiene todas las papeletas para, de forma inmediata, provocar un flechazo en quienes la visiten. Pero a mí, ni por esas. Tal vez el error, si es que puede hablarse de error, radique en la idea de inmediatez, en esperar de Roma un amor a primera vista como, por ejemplo, es inevitable que te ocurra con París, Viena, Madrid o Río de Janeiro.

Hay ciudades que al igual que ciertos escritores demandan varias visitas, varias relecturas para poder pillarles el tranquillo y encontrarles el gusto. Mi tío Pildi, que de viajes sabe un rato, dice que Roma te empieza a gustar a partir de la tercera visita, cuando uno ya puede ir descubriendo cosas por su cuenta y ya se ha sacado de encima esos recorridos obligatorios que las grandes capitales exigen. Es decir, cuando uno puede moverse sin las urgencias del turista que lo quiere ver todo en poco tiempo.

A finales de agosto último hice mi segunda visita a Roma, dos años exactos después de haberla recorrido por primera vez. No creo que vaya a hacer una tercera visita. No está en mis planes al menos, pero ya sabemos que no debemos decir “de esta agua no he de beber”.

Si bien la ciudad no me disgusta (tampoco se trata de hacerse el diferente porque sí, en plan imbécil contracorriente) sigo sin poder quedar prendado de ella. Cuestión de piel. O para ser más preciso, de suciedad y de un llamativo abandono. Aunque esta vez la noté un poco mejor que la primera vez, con algunas aceras renovadas y fachadas de edificios restaurados, me sigue resultando chocante la dejadez, e incluso la decrepitud, que exuda la ciudad casi por todos sus rincones. La capital del país que más turistas recibe en todo el mundo, una urbe que cada año es visitada por 16 millones de personas, debe necesariamente ofrecer otra imagen.

Ciudades como Praga, Lisboa o Budapest también tienen una marcada impronta decadente, nostalgiosa de un esplendor pasado que, sin embargo, las dotan de un carácter especial y constituyen parte de su atractivo. La decadencia romana en cambio, al menos en mi opinión, es únicamente desfavorable. Aceras en mal estado, edificios cubiertos de hollín, fachadas descascaradas aunque en los bajos se ubiquen tiendas exclusivas de moda, calles llenas de basura, papeles y charcas de agua (lo de Campo dei Fiori a mediodía es un espectáculo lamentable que se repite cada día), componen actualmente cualquier estampa romana típica. No es precisamente lo que uno visualiza cuando piensa en una ciudad de gran belleza o atractivo.

Pero, con todo, Roma ofrece opciones que sirven para compensar esa mala impresión. En mi caso, lo cual no es nada raro, esas compensaciones vienen por el lado del estómago y del hígado, con el paladar como filtro principal. Gastronomía y bebida para apreciar una ciudad. Los museos y otros bienes culturales pueden esperar a futuras visitas.

Pizza, birra y pasta

El mejor recuerdo que me quedó de primera visita a Roma no fue la Fontana di Trevi ni el Coliseo sino Pizza e birra, un pequeño local de comida casera ubicado a pocos metros de Campo dei Fiori. En realidad así se llamaba antes. Ahora han cambiado de nombre pero el dueño sigue siendo el mismo.

Allí, en 2008, con mi hermano Bruno comimos las mejores pizzas que probamos en Roma y el último día, unos tortellini en salsa de tomate con crema de leche, calabacín y tomates cherry que estaban de muerte. Este año, con el Flaco, repetimos. Yo hice primeramente una visita por mi cuenta y repetí esos tortellini. Al día siguiente fuimos juntos y pedimos pizza y una lasagna que estuvo a punto de provocarnos lágrimas de emoción. Sublime. Una cosa de no creer. Todo acompañado de cerveza Peroni.

Ese es otro de los puntos a favor de esta ciudad, o de este país en general. La cerveza es bastante buena, aunque en España considero que la calidad es superior. Además, la diferencia principal es que en España casi en todas partes es posible tomar cerveza de barril, sin embargo en Roma no es demasiado normal que ofrezcan birra alla spina.

La cerveza Peroni y la Moretti son las mejores (la Nastro Azzurro es muy suavecita, casi para señoritas), especialmente la Peroni Gran Riserva. De etiquetado elegantísimo, su sabor es muy similar a la catalana Voll-Damm doble malta, aunque un poco más suave.


Peroni Gran Riserva, una opción ineludible a la hora
de catar cervezas italianas.


La Enoteca del Corso, un hermoso hallazgo

Relacionado a las cervezas está el que ha sido para mí el gran descubrimiento romano de esta ocasión. Una noche con el Flaco, luego de calzarnos a eso de las 2 de la mañana unas porciones de pizza al taglio en uno de esos garitos abiertos hasta altas horas y en el que, según las fotos colgadas de sus paredes, también suele abrevar Daniele De Rossi, futbolista de la Roma y de la selección nacional, dimos con el local soñado: la Enoteca del Corso (Corso Vittorio Emanuele, 295).

Como su nombre lo indica es una vinoteca. Se trata de un local bien arregladito, bastante apañado y bonito, nada que ver con lo que se puede esperar uno de un negocio que expende alcohol y que sigue abierto incluso cuando los bares cierran.

Nomás entrar, a mano izquierda, hay una pequeña barra y unos poco taburetes de diseño moderno. Detrás de la barra se encuentra el dueño del negocio. De aspecto serio y formal, y ese día llevando un polo elegante, el hombre tenía un poco el aspecto de esas personas que se toman muy en serio lo que hacen, con un evidente punto de solemnidad. Como si en realidad fuera un monje o un alquimista.

En el local la cosa funcionaba más o menos de la siguiente forma: uno se acercaba a las neveras llenas de una importante variedad de cervezas locales y de importación, escogía las que quería y las llevaba a la barra. Allí, nuestro hombre procedía a servirlas en vasos. Pero no lo hacía de cualquier manera, sino con la atención y los modales más exquisitos.

Nada de volcar la cerveza de manera alocada y rápida. No. Nuestro hombre, casi con un punto de amaneramiento, servía la cerveza con suavidad, cuidando que no levantara excesiva espuma, inclinando el vaso y la botella con delicadeza. La mirada siempre fija y atenta a lo que ocurría entre sus manos, nada de distracciones, ni siquiera una conversación. La charleta la daba antes o después pero nunca durante el proceso de servir la cerveza.

Como muestra de su celo profesional y del amor que innegablemente este hombre siente por la cerveza, dos situaciones que lo retratan fielmente. Un chico entró a comprar varias botellas de cervezas y decidió servirse por su cuenta una de ellas en un vaso, para acelerar el trámite. Cuando terminó, se dejó un poco de líquido en la botella, menos de un centímetro. El dueño de la Enoteca le hizo ver que estaba desperdiciando bebida y lo conminó a que volcara todo el contenido.

Luego, otro chico acercó otra botella y al sentir su temperatura y comprobar que no estaba lo suficientemente fría, el barman le indicó que mejor buscara otra “porque esta botella está caliente”. Ahí sentí algo parecido a una epifanía.

A menos que se sea ecuatoriano, a quienes disfrutamos de la cerveza nos disgusta enormemente cuando nos la dan caliente. Y no son pocos los bares, restaurantes y kioskos en los que no cuidan la temperatura de las bebidas y te las dan de cualquier manera. Lo que les importa, en última instancia, es vender. Y al cliente que le den.

Pero nuestro héroe de la Enoteca del Corso nos salió intransigente en esas cuestiones. Se preocupa más él que los propios clientes por la calidad y las condiciones de la cerveza. Así da gusto. Si eso no es amor, no sé que es. De mayor, quiero ser como este hombre. Ya que no pude ser futbolista ni estrella de rock, creo que no estaría mal abrir una sucursal de la Enoteca del Corso.

¿El mejor café del mundo?

Por último, y aquí sí debo darle la razón en asuntos romanos a Enric González, hay que mencionar la cafetería Sant’Eustachio Il Caffè (http://www.santeustachioilcaffe.it/).

Cuenta Enric en su libro “Historias de Roma” que el café que se prepara en este lugar está considerado por muchos especialistas como “el mejor café del mundo”. Yo no soy una autoridad en la materia así que no dispongo de elementos para suscribir o rechazar semejante afirmación, pero lo único que puedo decir es que el café que preparan en ese lugar está buenísimo, lo mismo que la bollería que sirven.


El Cafe Sant’Eustachio donde, dicen, preparan el mejor café del mundo.

Como señala Enric en el libro, en el local tuestan cada día sus propios granos de café y las enormes máquinas de café espresso, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de las cafeterías, están dispuestas de espaldas al público, de manera que los clientes no puedan ver la elaboración y no logren desentrañar el secreto. Vamos, algo así como lo de la fórmula de la Coca-Cola pero aplicado al café.

El cappuccino es sencillamente espectacular, ideal para iniciar la mañana. Y el gran caffé, que Enric define como “un sensacionalmente cremoso café doble”, resultó ser eso, sensacionalmente cremoso y sin ese punto de acidez que el café espresso suele tener. Lógico que se guarden el secreto de su preparación: de vivir en Roma lo más natural es que visitar el Sant’Eustachio se vuelva no sólo un hábito sino que se convierta en un vicio, y de los buenos.

Así sale el cappuccino en Sant’Eustachio. "Sensacionalmente cremoso".


No hay dos sin tres, reza el dicho. En 2008 eché una moneda a la Fontana di Trevi, lo cual según la tradición asegura el regreso a la ciudad. En 2010 se cumplió y volví, y nuevamente lancé una moneda, otra vez contra mi voluntad. Si la tradición sigue infalible, me tocará volver. Y seguro que, como mínimo, visitaré la modesta casa de comidas de Campo dei Fiori, me pasaré por el Sant’Eustachio y, desde luego, visitaré a mi héroe de la Enoteca del Corso.

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6 de septiembre de 2010

Rentrée con un poco de humor

En España el mes de septiembre significa el final de las vacaciones, la vuelta al cole y al trabajo, tanto para los que tienen un empleo como para los que no. Y es que la vida licenciosa que se lleva y se pondera en los meses de estío a partir de septiembre ya empieza a estar mal vista, incluso en los desempleados.

Septiembre es también el mes en el que, año tras año, los telediarios insisten en realizar reportajes sobre el síndrome post vocacional, típico problema que se autogeneran las sociedades que tiene el estómago lleno. Es un mes dado a la melancolía y a la añoranza por esa sensación de fin de fiesta que supone.

La rentrée, inevitablemente, se hace con un nudo en la garganta: falta todo un año para las próximas vacaciones. Ya no puede uno pasar los días en chanclas y con una lata de cerveza en la mano desde las 10 de la mañana. Ahora toca volver a la actividad más o menos normal. Y para que la vuelta a la rutina sea lo más leve posible siempre viene bien echar mano del humor, además de las competiciones deportivas televisadas. Humor + deportes son, al menos para mí, una combinación mucho más efectiva que un container de ansiolíticos y antidepresivos.

Debajo va una breve selección de clips realmente brillantes. Ninguno constituye novedad alguna, pero es probable que muchos no los hayan visto. Y quienes sí lo han hecho, seguro que no resistirán la tentación de verlos nuevamente.

Peter Capusotto y sus videos- Bar “Acá sí que no se coge”
Programa de humor argentino caracterizado por la ironía, las parodias y la crítica feroz sobre todo y todos. Este breve clip recuerda todo el “glamour” que rodea a la militancia comunista y a lo poco que se puede ligar cuando se insiste en debatir y hablar de marxismo y bolcheviques. A estas alturas, todo español sabe ya la acepción que el término “coger” tiene en Argentina.

Frase destacada: “...todo en una atmósfera pseudoprogresista bien alejada de cualquier indicio de sensualidad”.




Peter Capusotto y sus videos- “El idiota que le canta a la chica”
Sencillamente, desternillante. Uno de los números más logrados del show. ¡Que levante la mano el hombre que no hizo alguna vez uno de estos patéticos numeritos!

Frase destacada: "¡Ya está! Es el escalón final en el ascenso al Olimpo de la pelotudez".




Vaya Semanita
El boom de la cocina creativa se ha caracterizado no sólo por los grandes cambios en la presentación de los platos sino que también ha ido acompañado de una transformación radical del lenguaje utilizado para describir las creaciones culinarias, a punto tal que una simple ensalada hoy es descrita como “bouquete de hojas verdes y brotes, regados con emulsión balsámica y gotas de cítrico”.

Lo que ocurre en este muy buen sketch del programa de humor Vaya Semanita de la televisión vasca bien podría terminar sucediendo en la vida real dentro de no mucho.

Frase destacada: "¡Que se vayan a recibir confit de carne vaselinizada por vía ano-rectal!"




South Park. Episodio: "You have 0 friends"
Fue supuestamente Lord Byron quien dijo aquello de “Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro”. También podría decirse algo tipo “Mientras más gente anda enloquecida con Facebook, más me gusta la conversación directa en la barra del bar”.

En este capítulo se puede ver el sinsentido y la ridiculez de las conductas de muchos usuarios de Facebook y Chatroulette. Conceptos como la popularidad, la frivolidad de los comentarios y el exhibicionismo de los usuarios quedan retratados con muchísima ironía y sarcasmo.

Frase destacada: "According to your Facebook page, we aren't friends"



Frase destacada: "¡Dude, I don´t want to see a bunch of guys' penises!"

Para ver el episodio completo: http://www.southparkstudios.com/episodes/267112

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20 de julio de 2010

Fútbol y religión: del pulpo Paul al padre Paul


Fe y convicción. Hay quienes tienen la certeza de que Dios existe.

Que el ser humano necesita creer en algo es un axioma que pocos se atreverían a refutar. El hombre tiene la imperiosa necesidad de creer en algo, lo que sea, que le dé sentido a su existencia o que al menos le sirva de refugio o de protección. De ahí que desde que comenzara a poblar el planeta el ser humano haya dedicado buena parte de su tiempo a adorar casi cualquier cosa.

Esa predisposición a creer en algo o alguien superior ha sido el origen de las religiones y su principal fuerza motora. Pero a lo largo de la historia la religión (en singular o en plural) ha tenido tanto seguidores como detractores. Por citar a algunos de éstos últimos, se puede nombrar a varios de los más destacados filósofos alemanes del siglo XIX (Immanuel Kant, Karlx Marx, Friedrich Engels) que fueron quienes con más insistencia comenzaron a decir aquello de que la religión era “el opio de los pueblos”.

En el siglo XX esta frase le hizo lugar al fútbol, que pasó a ser “el nuevo opio de los pueblos”. La nueva máxima fue acuñada no se sabe muy bien si queriendo demostrar que los pueblos se habían convertido decididamente en politoxicómanos, o que la filosofía se había vuelto repetitiva, escasa de ideas y con tendencia al autoplagio.

De cualquier manera, cabe destacar que el emparejamiento entre fútbol y religión ha sido fértil y suscitado todo tipo de comparaciones. Desde los estadios vistos como las catedrales de los paganos, hasta las misas multitudinarias como una prefiguración de los millones de espectadores que, bien sea en el estadio o a través de los medios de comunicación, siguen los partidos de sus equipos preferidos.

El fútbol y algunas religiones coinciden además en que sus seguidores -que a veces comparten ambas aficiones- profesan la admiración por figuras variadas, son proclives al fanatismo y a la formulación de promesas de obligado cumplimiento, y disponen de deidades varias y un amplio santoral que, gracias a las modernas técnicas de marketing, no paran de crecer.

La mezcolanza es tal que hay quienes no dudan en decir que para ellos “el fútbol es como una religión”, o bien que su religión “es el fútbol”. En cualquier caso, fútbol y religión constituyen antes que nada actos de fe, sobre todo viendo la clase de jugadores y de sacerdotes que algunos equipos y parroquias pueden llegar a tener. En esos casos sólo un profundo sentido de la fe y un muy marcado sentido de la fidelidad pueden evitar el abandono masivo de sus seguidores. A fin de cuentas, cada uno cree en lo que quiere o en lo que puede.

Loco por el fútbol

Hay personas, como el holandés Paul Vlaar, que están convencidas de que los muchos puntos en los que se tocan fútbol y religión no pueden ser más que buenos y que hay que aprovecharlos. Vlaar es (aunque es probable que a esta altura esté a punto de dejar de serlo) un sacerdote al que le gusta mucho el fútbol. Y como a todo buen aficionado holandés a este deporte, el pasado domingo 11 de julio se le presentaba como un día muy especial. La selección nacional disputaría esa noche, ante España, la final de la Copa del Mundo por tercer vez en su historia.

El bueno de Paul - que no tiene las dotes adivinatorias de su tocayo el pulpo, a quien hay quienes lo veneran casi como a un dios infalible- no tuvo mejor idea que decorar la iglesia con motivos futbolísticos para dar la misa ese domingo. Pero el párroco no se contentó con poner unos tulipanes en honor a su selección, que es conocida con ese mote, ni con colocar guirnaldas naranjas, color que identifica al combinado holandés. El padre Paul no sólo apareció vestido con una sotana naranja sino que dispuso junto al altar ¡un arco, con red y todo, en el que llegó a ponerse de arquero para intentar detener un penal lanzado por un feligrés! ¡Si hasta se llevó una Jabulani a la iglesia! .... Y luego dicen que ir a misa es aburrido.


Sólo le pido a Dios. El padre Paul ofició la que llamó Misa del
Mundial de Fútbol. Rezó para que ganara Holanda, pero no le alcanzó.


Las crónicas periodísticas que registraron esta noticia hablan de que los asistentes se fueron felices a casa tras la misa: seguramente se la prometían felices de cara al partido y nada sospechaban de que horas después los supuestos futbolistas holandeses terminarían ofreciendo una exhibición de artes marciales, confundiendo el verde del césped del estadio Soccer City con el verde de algún tatami.

A quienes no les han hecho ni pizca de gracia las ocurrencias del padre Paul (y suponemos que tampoco las del pulpo Paul, que había anticipado la derrota de los holandeses) ha sido a los responsables del Obispado de la región, quienes al enterarse de lo sucedido decidieron suspender a Vlaar y lo invitaron a que reflexionara sobre su conducta.

Pero ¿qué habría pasado si Holanda no hubiese perdido el partido y se hubiese consagrado ganadora del mundial? ¿Lo habrían suspendido igualmente al padre Paul? Tal vez los mandamases del obispado consideraron que el padre Paul fue gafe y decidieron descargar su frustración por la derrota suspendiéndolo de sus funciones. O quizás lo que les molestó es que no los hubiese invitado a participar del picadito en un escenario tan distinguido como la casa del Señor.

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15 de julio de 2010

El pueril encanto de los diarios deportivos

Tanto en España como en Argentina (y calculo que la situación será también muy parecida en otros países) el periodismo deportivo, especialmente el escrito, es de nivel malo tirando a lamentable. Hablamos de los periódicos exclusivamente deportivos como MARCA, Olé, As, Canchallena o Mundo Deportivo. Otra cosa son las páginas de deportes de los diarios generalistas (excelentes las de El País, bastante buenas las de La Vanguardia, correctas las de El Mundo).

Decíamos que la prensa deportiva es lamentable en sentido periodístico. En cambio es sublime en lo que hace al entretenimiento, a la provocación de la vergüenza ajena y a la concepción del público como una masa de subnormales que sólo busca chismes, polémicas de toda índole, mujeres semidesnudas, exaltación de los colores con los que se identifican y noticias absolutamente banales. Y muy errados no parecen estar: el diario MARCA, el máximo exponente de esta tendencia, es el periódico que más se vende en territorio español. Su tirada supera por mucho a los diarios generalistas.

"Que no se sorprenda nadie si la semana que viene el MARCA nos muestra a CR9 cenando con el Pulpo Paul o jugando al truco con Mickey Mouse en Eurodisney. Todo con tal de hacer olvidar las críticas"


Con sede en Madrid, el MARCA se identifica con los colores del Real Madrid. Exageradamente parcial, es prácticamente un órgano de propaganda del club de Chamartín y de Florentino Pérez, su actual presidente. Para los del MARCA todo lo que Pérez hace es correcto. No hay lugar para la crítica. Y sí para la defensa a ultranza de todas las decisiones que éste toma, como los fichajes de futbolistas.

El verano pasado el Real Madrid pagó la cifra récord de 96 millones de euros por la compra del futbolista portugués Cristiano Ronaldo. Además de por sus habilidades como deportista, Pérez fichó a Ronaldo por otros motivos. Estaba convencido de que asociar la marca del Real Madrid con el nombre de Cristiano sería un éxito en términos económicos y de marketing. En el MARCA consideran a Cristiano una marca en sí mismo. Por eso, cuando se refieren a él lo hacen escribiendo CR9, conjunción derivada de las siglas del nombre del jugador y del número que lleva en su camiseta.

El domingo pasado el MARCA salió a la calle con una de esas portadas que hacen historia y que bien merecerían un espacio destacado en una hipotética antología del absurdo. Ese día España disputaba por primera vez en su historia la final de un mundial de fútbol. Día grande para el balompié español, por tanto.

La tapa del MARCA, lógicamente, le dedicó casi todo su espacio a esta noticia. Pero sabedores de que una portada debe reflejar realmente las noticias de mayor importancia, la dirección del periódico reservó un hueco para contarle al mundo nada menos que ¡¡¡CR9 se había pintado las uñas de los pies!!!

Muy relevante ¿no creen? La portada de debajo habla por sí sola.



Desde el entorno de Cristiano Ronaldo (y al MARCA se lo puede considerar de su entorno, ya que está a su servicio) ya no saben cómo minimizar las críticas que el oriundo de Madeira ha recibido por su intrascendente actuación en el mundial de Sudáfrica.

Pocos días después de la eliminación de Portugal y cuando arreciaban los comentarios negativos contra el delantero madridista, se dio a conocer, por sorpresa, que había sido padre vía madre de alquiler. Días después, las noticias tenían que ver sobre su encuentro con su supuesta novia, una modelo rusa, en New York. Y el domingo pasado nos desayunamos con la nueva tonalidad de las uñas de sus pies. Que nadie se sorprenda si la semana que viene el MARCA nos muestra a CR9 cenando con el Pulpo Paul o jugando al truco con Mickey Mouse en Eurodisney. Todo con tal de hacer olvidar las críticas.

Esta parece ser la fórmula del éxito, si juzgamos la tirada en papel y a eso le agregamos las visitas de Internet: durante este mes de mundial, MARCA ha registrado más de dos millones de visitas.

Aunque las páginas de estos periódicos apenas valen, casi en su totalidad, para "el arte de envolver pescado", no se puede negar que estos diarios deportivos cuentan también con periodistas de justificado prestigio, como es el caso de Santiago Segurola, que escribe en el MARCA. De todas formas conviene tener claro que al MARCA y a diarios similares no hay que considerarlos como prensa seria sino como productos de simple y cutre entretenimiento. Vienen a ser el equivalente masculino de las revistas del corazón que imperan en las peluquerías femeninas. En España no hay bar ni cafetería, de esas frecuentadas mayoritariamente por hombres, que no tenga algún ejemplar de la prensa deportiva.

Pero también esta la otra cara. Hay webs como Anti-marca.com y La libreta de Van Gaal que se dedican a buscarle los defectos y a comentar las barbaridades de la prensa deportiva. Anti-Marca tiene ya tantos lectores diarios que incluso se ha convertido en un modelo de negocio interesante: cada vez tiene más publicidad, incluso de multinacionales. Sus lectores se han convertido en un nicho de interés para las marcas.

Para algunos argentinos cansados de la prensa deportiva tan mala podría ser una buena idea a imitar. En una de esas un Anti-olé.com o un Anti-canchallena.com podrían terminar siendo una vía de negocio.

P.D.1: que conste que yo todos los días visito buena parte de estos diarios deportivos.

P.D.2: además de ridículos, los de MARCA están desactualizados. Dicen que Cristiano va “a la última”, cuando eso de pintarse las uñas ya está más visto que el tebeo. Ya en los años 80 el por entonces arquero de Boca Juniors Hugo Gatti, que ha cultivado siempre su lado de personaje extravagante, se pintaba las uñas de los pies además de tomar sol todo el año y teñirse el pelo. Esa es la clase de ídolos que acostumbran tener los bosteros.

P.D.3: ahora que se discute en Argentina la continuidad o no de Diego Maradona como director técnico de la selección argentina de fútbol, de su idoneidad o falta de para ocupar el cargo, no viene mal leer este excelente artículo sobre Vicente del Bosque publicado hace unos días en El País. "Señor Del Bosque"

P.D.4: y ya para terminar, otra de técnicos polémicos. No sólo a Maradona lo critican por haber incluido a tal jugador o por haber dejado fuera a cual otro. En Holanda creen que se les ha escapado el mundial porque el técnico Van Marwijk no convocó ni a Van Nistelrooy ni a Van der Sar y en cambio sí llamó al delantero que jugó con la camiseta de debajo. Con ese nombre, la suerte ya estaba echada de antemano.

13 de julio de 2010

España campeona del mundo: un triunfo merecido y necesario


Campeones al fin. El plantel español celebra momentos
después de recibir la ansiada Copa del Mundo.

Luego de tantos años de sueños rotos, de esperanzas que crecían y morían con igual rapidez, la selección española se consagró el domingo 11 de julio campeona del mundo por primera vez en su historia.

Ganó España, ganó el fútbol. El triunfo de España fue tan merecido como necesario. Merecido por el buen fútbol que esta selección viene desplegando desde hace por lo menos dos años, cuando Luis Aragonés armó un equipo capaz de ganar la Eurocopa de 2008 de manera brillante y que sentó las bases y el estilo del combinado que en Sudáfrica llevó a España a la cima del mundo balompédico. Y necesario porque en un momento en que el fútbol resultadista parecía la única opción para llegar al triunfo, la victoria de la Roja servirá para equlibrar un poco la balanza.

El título es merecido también por lo que significa España en el universo del fútbol y por lo que este país aporta y ha aportado al deporte rey. Y aunque Ken Follet no haya tenido esto en mente cuando escribió su obra más conocida, en términos estrictamente futbolísticos bien puede decirse que la liga profesional española es indudablemente uno de Los pilares de la Tierra. Lo ha sido casi desde el principio del auge del fútbol y lo sigue siendo hoy.

Buena parte de los mejores futbolistas de la historia pasaron en algún momento por clubes españoles. Maradona, Ronaldinho, Di Stéfano, Zidane, Romario, Ronaldo, Puskas, Kubala y Cruyff, por citar algunos nombres, han jugado en equipos del país de la piel de toro. En la actualidad en la Liga juegan los últimos tres FIFA World Player: Messi, Cristiano Ronalo y Kaká, y otras figuras que bien lo podrían recibir este año y que son figuras indiscutidas a nivel mundial, como Xavi, Iniesta, Casillas y David Villa, entre muchos otros.

A escala global, la Liga sólo rivaliza con la Premier League inglesa. El interés que despierta el campeonato español más allá de sus fronteras, la cantidad de países a los que se transmiten sus partidos, los millones de seguidores que equipos como Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid, Valencia, Sevilla o Villarreal tienen por todo el mundo así como las camisetas y todo el merchandising imaginable que se venden en otros países, sólo es equiparable a lo que genera el campeonato inglés.

Tanto el atractivo y el interés que despierta el fútbol español como el dinero que mueve, es muy superior a los del fútbol italiano, alemán, holandés o francés.

Y en lo estrictamente deportivo, su fútbol es uno de los más laureados a nivel clubes (junto a Italia, España es el país cuyos equipos más veces han ganado la Copa de Europa – 12 veces cada uno, seguidos de Inglaterra con 11, y Alemania y Holanda, con seis títulos cada uno-).

Pero a nivel selección las alegrías habían sido muy pocas y las decepciones y tristezas muchas, demasiadas para una nación (o nación de naciones, no vayamos a herir susceptibilidades) tan futbolera como ésta. Hasta antes de Sudáfrica, España contaba sólo con dos Eurocopas en su haber (1964 y 2008) como máximos logros colectivos. Jamás había sido capaz, siquiera, de llegar a las semifinales de un mundial de fútbol.

Por eso lo conseguido ahora por el equipo de Del Bosque tiene tanto mérito. La consagración como campeona del mundo, ahora sí, convierte a España en miembro destacado del selecto club de las grandes naciones del balompié.

Este título, sumado a la Eurocopa conseguida dos años atrás, callará para siempre los comentarios maliciosos y con aires de superioridad (despectivos en muchas ocasiones) que hinchas y no pocos periodistas de otros países gustaban de utilizar para minimizar la valía del fútbol español. Las críticas y las chicanas ahora son reemplazadas por aplausos y elogios. Ya era hora.


De la escuela holandesa a la escuela española


Decíamos también que el título de campeón del mundo conseguido por España era necesario. Y lo es por el sencillo motivo de que quien gana marca tendencia, crea escuela. Y qué mejor que aspirar a que esta fiebre española, tan distinta a la Furia de antaño, sea la que recorra ahora el mundo.

No estaría nada mal, sobre todo considerando que los amantes del catenaccio, de las propuestas mezquinas, de los que no entienden el fútbol como una posibilidad para el disfrute, en 2010 parecían estar de parabienes. El Inter de Mourinho, con su propuesta rácana, se hizo con todos los títulos posibles este año, Champions League incluida. El técnico portugués acabó siendo fichado a golpe de chequera por un Real Madrid que ve en él el antídoto al Barcelona de Guardiola y al que le han puesto la etiqueta de ganador infalible.

El Inter de Mourinho, el Brasil de Dunga, que parecía predestinado al éxito, la Italia campeona de 2006, han provisto de argumentos a quienes esgrimen que el fútbol deber ser eficaz o no ser, aquellos para los que un partido de fútbol consiste en asumir el menor riesgo posible, aprovechar los errores del rival y mantener la portería propia a cero. Los mismos que sostienen sin cortarse un pelo que “para ver espectáculo es mejor ir al teatro”.

Protegidos tras el barniz de autoridad y credibilidad que dan las victorias, los Mourinhos, Dungas, Lippis y Capellos que irrumpieron por todas partes (periodistas incluidos) parecían los apóstoles de una doctrina que no admitía reparo alguno. Por contra, el fútbol vistoso, alegre, el que asume riesgos, busca la victoria siempre y no está reñido con la idea de espectáculo, ha estado siempre en duda, bajo constante sospecha.

A diferencia de los pragmáticos, los representantes de esta corriente futbolística están siempre obligados a demostrar que de esa manera también se pueden conseguir victorias. La jauría de detractores dispuestos a saltarles a la yugular está permanentemente al acecho, esperando el menor traspié para reivindicar que la suya es la única opción válida.

Si España hubiera caído ante Holanda, la lección a impartir hubiera sido esta: “El tiqui taca no sirve para ser campeones, para conseguir títulos hay que dejarse de florituras y ser pragmáticos”. Y ahí radica la paradoja holandesa: fundadores de una filosofía futbolística que arraigó fuertemente en el corazón y la mente de millones, al punto de convertirse en una moral, los tulipanes fueron víctimas de los cantos de sirenas de los adalides del resultadismo puro. Lo dijo su propio técnico Bert van Marwijk al llegar a Sudáfrica y lo repitieron varios jugadores, como Wesley Sneijder: “No nos preocupa jugar bien, vinimos a ganar”, aseguraron, como si ambas cosas fueran incompatibles. Pero ahí va que al igual que en 1974 y 1978, los holandeses volvieron a perder la final de un mundial.


Karate kid. De Jong hace diana en el pecho del español Xabi Alonso.
El holandés confundió la final del mundial de fútbol con la de alguna
competición de artes marciales.


La renuncia al estilo que les dio fama y prestigio eternos en favor de un fútbol preocupado exclusivamente por el resultado justamente no les dio resultado.

La moraleja es hermosa, si no se es holandés, claro: “Si no ganaron cuando jugaban bien y se lo merecían, mucho menos van a ganar ahora que hacen un fútbol tan mezquino y especulativo”.

Ironías del destino
, lo llamarán unos; justicia poética, dirán otros; yo prefiero el más llano la pifiaste feo, Van Marwijk.

Por todo esto quienes durante años hemos tenido a Holanda como la selección comodín, esa a la que esperamos que le vaya bien y que anhelamos que alguna vez el fútbol le conceda la gloria tan merecida, disfrutamos tanto de las victorias del Barcelona de Pep Guardiola y de la selección española de Vicente Del Bosque, mucho más holandeses que los propios holandeses y verdaderos guardianes del tarro de las esencias de aquella Naranja Mecánica de los años 70 reencarnada en la Taronja Blaugrana y en la Roja Mécanica de este inicio de siglo.

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P.D.1: Aunque no puedo mostrar un porcentaje de acierto tan elevado como el del Pulpo Paul, ahí están los pronósticos que hice antes de varios de los partidos del mundial, o aquella entrada de enero de este año (Hagan sus apuestas), en la que decía cuáles eran, a mi entender, los candidatos. Pifias aparte, hay varios aciertos. El principal, el que vengo sosteniendo desde hace más de dos años: que España era para mí la gran favorita.

Algunos tal vez tengan o recuerden aquel email de enero de 2008 en el que decía que veía a la Roja como candidata para ganar la Eurocopa que se jugaría ese año y para el mundial de dos años después. Y lo decía cuando ni siquera en España se creía mucho en esta selección. De hecho, el gran pasatiempo de los humoristas nacionales por aquellos días era mofarse de que su selección nunca pasaba de cuartos de final en las grandes competiciones. ¿Se acuerdan de la versión del A por ellos, oé, con la letra cambiada que decía Hasta cuartos y con suerte oé, oé?

También por aquella época Xavi estaba en duda en el Barcelona y en el club culé había quienes presionaban para fichar a Mourinho. Amplios sectores de la prensa deportiva secundaban estas ideas. Los mismos que entonces pedían la venta de Xavi y la contratación del portugués, hoy piden el Balón de Oro para el crack de Terrassa y la canonización de Guardiola. ¿Quién dijo oportunistas?

P.D.2: En pleno furor por el Pulpo Paul, resulta extraño que los directivos de los canales de televisión, sobre todo los que incluyen programación infantil, no hayan recuperado la serie de dibujos animados de El Pulpo Manotas (Squiddly Diddly en inglés), una de las muchas creaciones del célebre tándem Hanna & Barbera y que tantas buenas tardes me hizo pasar de chico (y de no tan chico también).

Manotas no era un pulpo pitoniso como Paul, pero al igual que éste era la principal atracción del acuario en el que vivía. Era, además, un eximio instrumentista musical y un catalizador de aventuras de toda clase.




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9 de julio de 2010

Holanda y España, a un paso de la gloria


Por la gloria. Casillas alzando la Copa el día que España se consagró
campeón de Europa. El domingo los españoles buscarán levantar una copa distinta.

El próximo domingo habrá nuevo campeón mundial de fútbol. España y Holanda buscarán levantar por primera vez la preciada copa. En el caso de los holandeses, será la tercera vez que lo intenten, luego de no conseguirlo en los mundiales de Alemania 74 y Argentina 78. En ambos casos, perdieron la final ante los equipos anfitriones. Mientras que para España será la primera vez que dispute el partido final.

Aunque pueda sonar un poco temerario aventurar un resultado, como antes del partido con Alemania en semifinales, tengo la firme sensación de que España ganará el título.

Tanto la historia como la esencia del juego demuestran que en el fútbol puede pasar cualquier cosa y nada, absolutamente nada, se puede dar por seguro. Ya lo dijo el mítico periodista deportivo argentino Dante Panzeri: “El fútbol es la dinámica de lo impensado”.

Aún así, y sin dudar de los méritos y recursos del equipo oranje, pienso que los de Del Bosque conseguirán el triunfo. Y no sólo eso sino que me da que el arco, que tanto se les ha resistido a lo largo de la competición, se les abrirá un poco más a los jugadores españoles. No hay mejor escenario que una final para que aparezcan los goles que se atragantaron en otras fases.

DOS VIEJOS ACREEDORES DEL FÚTBOL

Una de las grandes verdades de este deporte, aunque tenga un tufillo a folletín y una pizca de esotérico, dice que “el fútbol paga sus deudas”. Eso sí, como ocurre con algunos países y empresas , puede tomarse largos años en saldar sus deudas. Y si no, que se lo pregunten a los alemanes, quienes luego del gol fantasma que les cobraron en contra en la final del Mundial del 66 contra los ingleses, tuvieron que esperar 44 años, hasta el partido de octavos de final de este año, para que esta vez fueran los ingleses los perjudicados por el árbitro en la eliminatoria entre ambos.

Hace mucho tiempo que Holanda debió haber conseguido su primera copa del mundo. La del 70 fue la década del fútbol holandés. En aquellos años, los de los países bajos revolucionaron el fútbol, e inauguraron la etapa moderna de este deporte.

Partiendo del Ajax de Cruyff y continuando con la selección nacional, los holandeses exhibieron una manera de entender y practicar el fútbol que los llevó a lo más alto y que enamoró a millones de personas en todo el mundo. Lo llamaron el fútbol total y con él el Ajax lo ganó todo y la selección se quedó a las puertas solamente de la gloria formal puesto que moral y emocionalmente ya se habían consagrado de manera indiscutida en el imaginario y el corazón de muchos.

Curiosamente esta manera de entender el juego, que se convirtió en toda una marca de lo holandés, hoy la representa mejor que nadie el fútbol español. La selección nacional aparece como una extensión del Barcelona de Pep Guardiola, un conjunto esencialmente holandés, representante modélico de la mentalidad que Johan Cruyff supo imprimir en la institución catalana primero como futbolista y luego como entrenador, líder espiritual y oráculo.


Maestro. Johan Cruyff es el eslabón que úne
la Holanda de ayer con la España de hoy.

Holanda ha hecho mucho por el buen fútbol. Es, junto al Brasil de México 70, el gran mito de los románticos de este deporte. En algún momento la eterna postergada conseguirá la gloria que tanto le corresponde. Y creo que en cierta forma se lo cobrará este año, pero por equipo interpuesto. El próximo domingo el deporte Rey premiará a los representantes de esta corriente futbolística. Y esos representantes, paradójicamente, no son los holandeses sino los españoles.

CHOQUE DE ESTILOS

La Holanda actual ha decidido ser "menos holandesa" y volverse más pragmática. Como en Brasil - aunque por suerte no de manera tan acentuada- también en ellos ha calado la idea de que con el jogo bonito no se ganan títulos y que más vale blindarse en defensa, jugar a la contra y aprovechar los errores del rival. La iniciativa y el fútbol champange no son su prioridad en la actualidad.

En este sentido, hasta el momento no le han ido mal las cosas. Desde que el cargo de entrenador lo asumiera Bert Van Marwijk, Holanda sólo ha conocido la victoria en los partidos oficiales. Ha ganado todos los enfrentamientos disputados en la fase de clasificación y en este mundial.

El domingo su propuesta no será muy diferente de la que mostraron ante Brasil. Presumiblemente, España se encontrará una vez más con un equipo que le cederá la iniciativa y que lo esperará atrás dispuesto a lanzar contraataques como puñales. Alemania ya intentó hacer algo parecido en semifinales y acabó llevándose un baño antológico. La diferencia es que a la contra Holanda tiene más mordiente que los dirigidos por Joachim Löw.

Pero si algo ha demostrado esta selección española es la firme convicción que tiene en su manera de entender el fútbol. El domingo saldrá a hacer el juego de siempre sabiendo que la gloria la espera y que si ha llegado hasta aquí por ese camino, no tiene sentido cambiar. En lugar de dar un paso atrás, España redoblará su apuesta.

LAS CLAVES DEL PARTIDO

La defensa holandesa no es de las más firmes del campeonato y el control del medio campo no parece estar en duda: será territorio español. Si el árbitro está atento y Van Bommel hace de Van Bommel, hay muchas posibilidades de que el ex jugador del Barcelona acabe viendo la tarjeta roja.

Por su parte España sabe que principalmente deberá controlar a Sneijder y Robben, dos viejos conocidos de los españoles. Al primero le basta con que le caiga una pelota más o menos fácil para montar de la nada y desde cualquier parte del campo una contra de manual. Y el segundo es temible en carrera, con espacios y con el balón pegado al pie. En eso recuerda mucho a Messi. Tiene una gran capacidad para arrastrar marcas, forzar faltas y un gran disparo de media distancia. Joan Capdevila tendrá una noche agitada en su lateral.

Holanda, por su parte, deberá hacer frente al fútbol coral de España. El domingo se sentirá como en los años 70 se sentían los rivales que se enfrentaban a ella. Enfrente tendrá un rival que hace un culto y un arte de la posesión y la circulación del balón.

Ojalá que salga un buen partido y, en mi caso, que España consiga un título que también se lo tiene largamente merecido por lo que el país ha hecho por este deporte y por lo que su selección hace en la actualidad.

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8 de julio de 2010

Mundial de Sudáfrica: el personaje del año

Se suponía que el de Sudáfrica debía ser el mundial de la consagración definitiva de Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y Wayne Rooney. De todos o al menos de uno de ellos. También se esperaba mucho de Brasil en su conjunto y no pocos soñaban con que al menos una de las selecciones africanas consiguiera pasar de cuartos de final por primera vez en la historia. Sin embargo estas esperanzas terminaron en distintos grados de decepción.

El Mundial de Sudáfrica comenzó con dos nombres en boca de todos que se extendieron rápidamente por todo el planeta: Jabulani, ese hermoso y a la vez espantoso balón, y las vuvuzelas, esas cornetas cuyo irritante sonido tiene la dudosa virtud de conseguir que el griterío de los talk show televisivos suene como la más dulce de las melodías. El final del mundial nos ha regalado otro nombre que también ya ha alcanzado la celebridad mundial: el Pulpo Paul, el pitoniso infalible.

El cefalópodo, que vive en un acuario alemán, anunció de manera anticipada, y sin fallar, cuál sería el ganador de los partidos disputados por la selección germana. Paul, inicialmente venerado por toda Alemania y temido por los rivales, ahora corre riesgo de seguir siendo protagonista del verano, sólo que esta vez como ingrediente principal del célebre plato "pulpo a la gallega" en alguna fonda de Baviera. Y es que Paul había vaticinado que los gallegos, es decir España, derrotarían a Alemania, cosa que finalmente terminó sucediendo.


El pulpo Paul en el momento en que vaticinó la victoria de Alemania
sobre Argentina. (¡Pulpo de los hue... y la remil p... que te p..ió!)

Es tal la euforia y el apasionamiento que Paul ha generado entre los seguidores de la Roja que no sorprendería que castellanizaran su nombre y directamente pasaran a llamarlo Pablo, como si fuera un miembro más de la familia. Y es que el bicharraco éste ya está a un paso de ser considerado por parte de la afición española como un verdadero ídolo, casi a la altura de Villa, Iniesta o Xavi. Me parece que en nada se vienen las camisetas y el club de fans del pulpo...

Paul, la historia de un pulpo que ha acaparado todas las portadas y que se ha convertido ya en uno de los personajes más influyentes del año.

Paul, un pulpo que ha demostrado saber más de fútbol que buena parte de los periodistas deportivos y algún que otro entrenador (¿Argentina? ¿Francia? ¿Inglaterra? ¿Hay alguien ahí?).

Paul, un pulpo que ya se merece una película (¿Una épica, dirigida por Clint Eastwood? ¿Una de animación, a cargo de los chicos de la factoría Pixar? ¿Una de aventuras al estilo de la del delfín Flipper? ¿O más bien de terror, en plan Tiburón?).


Portada de la revista estadounidense Time, según el humorista argentino Nik.

(Debo confesar que días atrás, cuando en un informativo de televisión mostraron que Paul daba como ganador a España, instintivamente dí un salto y lo grité delante de la tele, apretando el puño y todo, como si estuviera celebrando un gol de verdad. Y bué, algunos creen en los presidentes y presidentas que votan... a mí se me da por celebrar a un pulpo que, al menos de momento, ha cumplido con "su palabra". El verano es lo que tiene, faltan las noticias y todos nos volvemos todavía un poco más estúpidos, con los medios en primer lugar).

Actualización: gracias al comentario de Vicente, pude leer la noticia ¡Cuidado con abusar de Paul! publicada por el diario español El Mundo. El texto refleja, entre otras cosas, la "preocupación" del presidente Rodríguez Zapatero ante la posibilidad de que se explote al animal (hablamos, en todo momento, única y exclusivamente del pulpo).

ZP lo ha dicho en tono jocoso. Más preocupante fue ver al ministro de Industria Miguel Sebastián soltar, aparentemente convencido de lo que decía, un discurso en el que hablaba de las supuestas mejoras económicas que traería para España una hipotética consagración el próximo domingo. Parecía un chiste sin una pizca de gracia.

Volviendo al texto de El Mundo (que figuraba entre las noticias más leídas del día), en él citan una web argentina de apuestas deportivas de recientísima creación y cuya dirección es http://www.elpulpopaul.com/. Vale la pena entrar aunque más no sea para ver las fotos e ilustraciones del octópodo.


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5 de julio de 2010

Argentina y las lecciones de Sudáfrica

Estaba claro que en este blog iba a terminar escribiendo de la participación de la selección Argentina en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Aunque soñaba con hacerlo el 12 de julio, un día después de la final. Pero al igual que cuatro años atrás, llegaron los alemanes para decirnos que los cuartos de final eran la estación final del recorrido de un tren que, aunque destartalado, avanzaba e ilusionaba.

La victoria de Alemania ha sido inobjetable. Y es que cuando te meten cuatro goles en cuartos de final, poco se puede decir al respecto. De todas formas, no creo que deba hablarse de humillación. Argentina perdió pero yendo al frente, buscando la victoria primero y al menos el gol del honor al final. En ningún momento bajó los brazos ni reculó.

En este sentido, prefiero perder de esta manera y no como lo hizo Brasil, que se paralizó luego de los goles holandeses y su única reacción fue patear a los rivales y protestar al árbitro. Una manera, por cierto, muy característica de los equipos argentinos que sin embargo la selección de Maradona consiguió evitar.

La participación argentina en este mundial ha dejado conclusiones y evidencias de todo tipo, la mayoría relacionadas con cosas mal hechas. De todas maneras, me quito el sombrero ante buena parte de lo hecho por Maradona. Hasta hace un mes y medio, para mí era impensable decir o escribir algo en favor del Maradona DT. El juego que el seleccionado había mostrado a lo largo de las eliminatorias desde que Diego asumiera el cargo, había sido nefasto, casi inexistente. Lo único que tenía en claro era la propuesta ultradefensiva con la que salía a disputar los encuentros.

Sin embargo, una vez en suelo sudafricano, Maradona dijo que, viendo los delanteros que tenía, apostaría por salir a atacar. Hasta ahí, el mismo verso de siempre. Todos los que llegan al cargo de seleccionador nacional repiten el mismo mantra: “Vamos a salir a atacar en todas las canchas sin que importe el rival”.

Todos lo dicen y nadie o muy pocos lo hacen. En los últimos 30 años, sólo Marcelo Bielsa se había mostrado coherente y fiel a esa declaración. Hasta que irrumpió la versión sudafricana de Maradona.


El dolor de la derrota. Maradona, cuando la goleada alemana ya
era una realidad. Diego apostó por el juego de ataque, pero no alcanzó.


En la rueda de prensa luego de la dura derrota contra los alemanes, Maradona dijo cosas como ésta: “Me di cuenta de que adentro, como técnico y como jugador, el fútbol que gusta a la gente es éste, ir adelante, tocar, jugar. No se cumplió el sueño pero se encontró un camino, el de respetar al fútbol argentino, de tocar la pelota, de volver a las raíces. Me puedo ir mañana, pero me gustaría que estos chicos siguieran demostrando lo que son y haciendo ver el verdadero fútbol argentino, sin misterios, sin peleas”.

El Pelusa, extraño en él (y últimamente, casi en cualquier ser humano) fue capaz de rectificar, de darse cuenta de que el fútbol defensivo y amarrete por el que había apostado en las eliminatorias no era el camino a seguir. Y sobre la marcha dio un giro copernicano y apostó por una manera totalmente diferente de jugar: El arco rival como prioridad, como objetivo mayor. Y eso, en los tiempos que corren, en los que se celebran y veneran técnicos que sólo piensan en no dejar jugar al rival (Capellos, Bianchis, Mourinhos y similares) es digno de aplaudir. Maradona ha sido consecuente hasta en la derrota.

¿Significa esto que las cosas no se han hecho tan mal y que Maradona debe seguir en su cargo? Sinceramente, creo que no debe continuar. Se debe buscar otro perfil de técnico pero partiendo de los aspectos positivos que dejó la gestión de Maradona y eliminando los negativos. Se necesita un entrenador que apueste por seguir el camino del fútbol alegre y ofensivo y, sobre todo, que entienda que la mejor manera de jugar al fútbol es hacerlo de forma colectiva. Un verdadero equipo no debe entenderse como un rejunte de individualidades de las que esperar genialidades y milagros en cada partido, como ha ocurrido ahora.

Debe seguir el espíritu de Diego (el amor y la entrega por la camiseta, el anteponer la idea de espectáculo y de juego alegre antes que el mero resultadismo) pero no la persona.

Habitualmente, no suelo coincidir demasiado con los análisis del periodista argentino Juan Pablo Varsky, pero creo que su artículo Ya no podemos hablar de mala suerte incluye reflexiones muy válidas y que deben ser tenidas en cuenta.

Bajo la dirección de Maradona al frente del seleccionado ha habido demasiada improvisación, mala elección de jugadores (pongan todos los nombres que sobran y todos los que faltan) así como errores y descompensaciones descomunales: la táctica ha hecho agua por todas partes y hay jugadores que han demostrado un desquiciante desconocimiento conceptual tanto a nivel colectivo como de la posición que ocupan en la cancha.

Defensores que no saben siquiera el abecé de lo que debe hacer un defensa (Demichelis y Otamendi no están para el fútbol de élite), mediocampistas sobrevalorados y cuyas supuestas cualidades nunca se han demostrado (Verón y Di María) y otros, como Tévez, que siguen perdiéndose en declaraciones demagógicas y en actuaciones más parecidas a las de un maratonista que a las de un futbolista de calidad.

La experiencia sudafricana debe entenderse como un fin de ciclo en cuanto a las personas que han estado al frente pero como un punto y seguido en cuanto a la filosofía de juego. Necesitamos gente como Guardiola, como Pellegrini, como Rijkaard, incluso como Ángel Cappa. Y si no los tenemos en casa, pues habría que buscarlos afuera. Pero no miremos atrás, no volvamos a los supuestos nombres mágicos del fútbol vernáculo (Bianchi, Basile, Ramón Díaz, el Bambino Veira, el Tolo Gallego...). Para su renovación, Alemania se fijó en el juego de España. Nosotros bien podríamos mirarnos en estos espejos y trabajar en esa dirección.

PD1: por cierto, y aunque es demasiado aventurado hablar de favoritos, creo que España le va a ganar a Alemania. No sólo lo espero sino que creo que será así. España ni es tan cándida ni está tan descompensada como lo estuvieron ingleses y argentinos en sus enfrentamientos contra los teutones. Los dirigidos por Löw no saldrán a defenderse, y ese escenario favorece a los de Del Bosque. A España se le atragantan los equipos que se le meten excesivamente atrás (Suiza, Paraguay, Honduras) pero se crece cuando enfrente tiene un rival ambicioso. Y Alemania lo es, vaya que si lo es. Seguramente será un gran partido, con constantes idas y vueltas entre dos conjuntos que tratan bien el balón y que no saben -ni quieren- especular.

PD2: no puedo cerrar esta entrada sin poner el enlace al artículo Casale resucita de Enric González sobre la actuación argentina en el mundial, y sin citar este párrafo de ese texto:
"Debería ser el momento de preguntarse por qué Argentina funciona a la argentina, es decir, por qué no funciona, pero eso es inútil: no se va a resolver precisamente ahora uno de los grandes misterios del siglo XX".

PD3: ¿Alguien sabe cómo asesinar a cierto pulpo con dotes adivinatorias? ¡El bicho ese viene adivinando todo!

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1 de julio de 2010

Mundial de fútbol, arquitectura y grandes estadios


Vista aérea del Moses Mabhida Stadium (Durban).

Además de los asuntos relacionados exclusivamente con la competición, los grandes eventos deportivos como los Juegos Olímpicos y los Mundiales de Fútbol suelen dejar un importante legado arquitectónico y urbanístico en los países y ciudades en los que se realizan.

Los acontecimientos de esta clase suelen aprovecharse para construir una mayor y mejor infraestructura, necesaria para recibir a los miles o millones de asistentes, que luego queda para el uso de las poblaciones locales. Trenes de alta velocidad, extensión de las líneas de metro, construcción de hoteles, realización de nuevas autopistas y rutas y mejoramiento de las ya existentes, son algunas de las obras más habituales. Pero en el caso de los Mundiales de Fútbol si hay algo que suele trascender y quedar en la retina son los estadios que se construyen ex profeso para la competición.

En este sentido, el de Sudáfrica está demostrando ser una agradable sorpresa. No vamos a analizar aquí si las cifras multimillonarias que se gastaron en la edificación de nuevos estadios son o no justificables en un país donde un amplio porcentaje de la población vive en la pobreza. Pero lo que sí puede señalarse, y a ojos de todos está, es que los sudafricanos han sorprendido con estadios imponentes y bellísimos.

Especialmente destacables son el Moses Mabhida Stadium (Durban), el Soccer City (Johannesburgo), y, sobre todo, el Green Point Stadium (Ciudad del Cabo), ubicado a orillas del océano Atlántico y al que se conoce como “El estadio del renacimiento africano”.


Espectacular vista del estadio Green Point (Ciudad del Cabo),
a orillas del Atlántico y con la Montaña de la Mesa al fondo.


Aunque criticados por excesivamente costosos y a veces por ser escasamente funcionales, los edificios con vocación de emblema (estadios, monumentos, museos, centros de arte, hoteles) siguen manteniendo una gran capacidad para erigirse en iconos globales, aún cuando se trata de una fórmula a la que se han apuntado cientos de ciudades a lo ancho y largo del mundo, con lo cual su condición de rareza o de fuera de lo común los convierte en algo menos sorprendente.

Construir un edificio llamativo (ya sea por forma, tamaño, apariencia o por los materiales utilizados en su edificación) con el objetivo de que se convierta en un icono que ayude a proyectar la imagen de una ciudad o un país es algo que ya está bastante trillado. Pero así y todo, este tipo de construcciones siguen siendo válidas para “colocar en el mapa” a un sitio determinado.


Panorámica del Soccer City Stadium (Johannesburgo).

Conscientes de esto y alentados seguramente por el positivo impacto que han tenido las nuevas construcciones acometidas en Sudáfrica, los directivos del club argentino Boca Juniors han decidido acelerar los planes de ampliación de su vetusto estadio. Así, lo primero que han hecho ha sido contratar a una prestigiosa firma internacional de arquitectos especializada en la edificación de grandes estadios.

Los responsables del club bonaerense, sabedores del peso que la imagen de su actual estadio tiene en el imaginario de sus seguidores, les han explicado a los arquitectos que “lo que buscamos es modernizar nuestro estadio. Queremos convertirlo en un icono global del nuevo siglo pero sin perder los rasgos característicos de la idiosincrasia del club, lo que tiene que ver con los valores que el equipo representa, con la sensibilidad de los hinchas. En definitiva, queremos modernizarnos pero sin que lo nuevo desvirtúe lo que somos, sin que afecte a nuestras raíces”.

Como hincha de River que soy me cuesta reconocer que el equipo de arquitectos que se puso a trabajar en esta misión (Sr. Roca Architects & Co.), además de exhibir unos avanzadísimos conocimientos en la arquitectura de gran formato, ha demostrado tener una sensibilidad excelsa. Para muestra, unas imágenes de los diseños que han presentado y que, reconozcámoslo, sería de justicia que alguno de ellos se llevara a cabo:



Diseño propuesto para la ampliación del
estadio de Boca Juniors (Buenos Aires).




Así se vería la Bostanera 2.0 con el Google Earth.

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27 de junio de 2010

Alemania-Inglaterra: del gol fantasma de Hurst al no gol de Lampard

Cuando escribo estas líneas, han pasado pocos minutos desde que Alemania derrotara a Inglaterra por 4-1 en partido correspondiente a los octavos de final del Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Aunque un marcador semejante difícilmente puede ponerse en duda, lo cierto es que el resultado es un poco engañoso.

En la primera parte, casi sin avisar y con no demasiado esfuerzo, los alemanes se pusieron rápidamente en ventaja. En menos de media hora ya contaban con dos goles a favor y parecía que aplastarían a los ingleses. Pero los germanos se echaron para atrás, apostando claramente por el contraataque, y cedieron la iniciativa a los ingleses. Los de Capello no tardaron en lograr el descuento y si no consiguieron el empate fue por la incompetencia, por no decirlo de otra manera, del árbitro y de los líneas quienes no vieron (o no quisieron ver) un clarísimo gol de Lampard.

Un remate del jugador del Chelsea dio en el travesaño y picó alrededor de un metro dentro del arco para volver a salir. Todo el mundo, desde el portero alemán hasta el más fanático hincha de la Nationalmannschaft, supo que era un gol clarísimo. Todo el mundo excepto el árbitro uruguayo Larrionda, quien sin inmutarse ordenó que el juego siguiera.



De haberse consignado, el empate tal vez hubiera dado a los ingleses ese empuje que tan necesario les era y que no mostraron en ningún momento desde que pisaron suelo sudafricano.

El hecho de que el legítimo gol de Lampard no haya subido al marcador compensa, en cierta forma, el todavía polémico gol fantasma de Geoff Hurst en la final del Mundial de 1966. Ingleses y alemanes disputaron aquella final en suelo británico. Ya en el alargue y luego de haber empatado 2-2 en los 90 minutos reglamentarios, un remate del inglés Hurst dio en el larguero y picó fuera de la portería, pero el árbitro, a instancia de uno de los jueces de línea, dictaminó que había superado la línea de gol y lo consideró un tanto válido. Ese gol fantasma hundió a los alemanes que finalmente cayeron derrotados por 4-2.



Hoy el fútbol volvió a demostrar que, aunque tarde, siempre hace justicia. Y es que han tenido que pasar 44 años para que un árbitro se equivocara en favor de Alemania.

Desde hoy el legítimo no gol de Lampard pasa a ocupar un lugar destacado junto a la “Mano de Dios” de Maradona en la galería de afrentas arbitrales sufridas por la escuadra nacional inglesa.

Pero este error, que evidentemente pudo haber cambiado el partido, no exime de culpa a los de Capello. Inglaterra era uno de los grandes candidatos a ganar el título este año. Desde que el técnico italiano se hiciera cargo de la selección, los ingleses solo sabían de victorias y de inercia ganadora. Si a eso se añade que contaban con un plantel conformado por futbolistas de probada calidad en las grandes competiciones europeas, era lógico pensar que se podía esperar bastante de ellos.

La marca Capello, a la que sus principales defensores le han añadido con los años la coletilla de “ganador infalible”, reforzaba la creencia de que por primera vez en mucho tiempo los inventores del fútbol estarían en condiciones de disputar el título.

Claro que al tratarse de un equipo de Capello nadie en su sano juicio podía esperar buen juego. Pero lo que sí se daba por sentado es que sería un equipo muy difícil de derrotar, sólido en defensa, peligrosísimo en las transiciones defensa-ataque y áspero para el rival. Aunque su técnico fuera italiano, se esperaba de Inglaterra que al menos mantuviera las típicas señas de fútbol inglés, las que se suponen debieran ser básicas en su combinado nacional: brío en el juego, solidaridad y entrega sobre el césped, orgullo por la camiseta y sudor, mucho sudor. Justo todo lo que no mostró Inglaterra en su corta estancia en esta Copa del Mundo. No ha sido ni un equipo típicamente de Capello ni típicamente inglés. Sólo un rejuntado de futbolistas de los que se esperaba mucho, tal vez demasiado, y que no han hecho más que llevar frustración una vez más a su afición.

Y de Alemania qué decir. Simplemente que no es tan fiera como la pintan. Tiene querencia por el contraataque y a sus mediocampistas les gusta tirar paredes. Contra Inglaterra le salieron casi todas las veces que lo intentaron, pero da la sensación que su efectividad se debió más a la baja intensidad en la marca y a la mala colocación de los jugadores ingleses, que a un engranaje perfecto de los dirigidos por Joachim Löw. Con quien se enfrenten en semifinales, sea México o Argentina, a buen seguro que no lo tendrán tan fácil. Cualquiera de estos dos equipos, como mínimo, raspará más que los ingleses.

PD1: Argentina derrotó finalmente a México, como ya lo hizo en el Mundial de 2006. Como en aquella ocasión, se enfrentará a Alemania en cuartos de final. Esperemos que esta vez el resultado favorezca a los dirigidos por Maradona. Las dos últimas veces que ambas selecciones se enfrentaron (final de Italia 90, cuartos de Alemania 2006) los germanos cantaron victoria. Pero para cantar, mejor cantar aquello de la Gorda Serra Lima, eso de "...la tercera es la vencida, te lo juro por mi vida y yo no soy de juraaaaar...".

PD2: Si dejamos afuera a los alemanes y ganamos el mundial, me disfrazo de María Martha. Va en serio.



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