A la espera de lo que pueda suceder esta tarde con Italia y luego de la comodidad y suficiencia con las que Inglaterra y Alemania aseguraron su clasificación (¡se enfrentarán en octavos!), la final de la fase de grupos del Mundial de Fútbol de Sudáfrica se cerrará con un partido que promete ser vibrante y no apto para cardíacos: España-Chile.
Los chilenos son líderes de grupo y tienen serias opciones de clasificar. Pero una derrota ante España y una victoria de Suiza (dependiendo de los goles que se marquen en ambos partidos) los podría dejar fuera. España, por su parte, no tiene otra que ganar si no quiere vacaciones anticipadas.
Y aquí viene lo bueno. Se trata de dos selecciones que coinciden en su vocación ofensiva. Ambos conjuntos tiene perfectamente asumido que la gracia del juego reside en ser protagonistas del mismo, en adueñarse del balón y enfilar con dirección a la portería contraria, aún cuando eso suponga dejar espacios atrás.
Hasta la victoria siempre. Bielsa mandará a sus muchachos
al ataque, como es habitual en él.
España dispone de más recursos técnicos, jugadores más versátiles y con más calidad. Su juego es más armónico, vistoso y dispone de más variantes que su rival de mañana. Pero su predilección por el tiqui-taca la vuelve en ocasiones un tanto barroca y su falta de remate final a veces, como ocurrió en el enfrentamiento contra Honduras, le da un punto exasperante.
Chile es más impaciente y directo. Cuando sus jugadores tienen el balón buscan llegar al área rival en veloces transiciones. Básicamente, sale a arrasar a su rival, a abrumarlo. Tiende a desatar un vendaval ofensivo sobre sus contrarios. Es puro vértigo. Genera muchas opciones de gol pero falla demasiadas.
Quien piense por un instante que los sudamericanos saldrán mañana a especular y que cederán tranquilamente la iniciativa a los dirigidos por Del Bosque, se equivoca. La batalla por el balón será una de las claves del encuentro. Chile lo disputará fieramente. Otra cosa es que consiga algo que parece casi imposible: quitarle el dominio de la pelota a los europeos. Mañana, si cabe, ambos equipos redoblarán sus apuestas. Habrá vértigo, nervios, riesgo de infartos y goles.
Los defensas y los arqueros tendrán mucho trabajo. Bielsa es un obseso del ataque por las bandas. Justamente son esos los puntos más flojos de España. Por ahí percutirán insistentemente los jugadores chilenos. El equipo de Del Bosque, por su parte, se enfrentará por primera vez en este mundial a un rival que saldrá a jugarle de tú a tú. Un rival que dejará mucho espacio atrás, lo que supone un caramelo para gente como Xavi, posiblemente el mejor pasador del fútbol mundial, y delanteros como Villa y especialmente Fernando Torres.
Lo de El Niño es un caso llamativo. Rinde mucho mejor en su club, el Liverpoool, que en la selección. La clave parece estar en que a España la mayoría de los rivales la esperan metidos todos atrás, con las líneas muy juntas sin dejarle casi espacios para que puedan desplegar todo su juego. En esas situaciones, cuando se ve encerrado entre defensas, Torres se convierte casi en un delantero vulgar, alguien que resta más de lo que suma. En Inglaterra, en cambio, su equipo juega al contragolpe. En espacios amplios, con muchos metros para explotar su potencia y velocidad, Torres puede ser letal. Algo bastante parecido le sucedía a Gabriel Batistuta. Mañana Chile, inevitablemente, dejará más espacios de los que le dejaron Suiza y Honduras.
Oportunidad. Chile dejará espacios en defensa, lo cual puede favorecer
el juego de Fernando Torres.
Yo no sé que harán quienes lean estas líneas mañana a eso de las 20:30 hora española. Yo sé que tendré mi mesa dispuesta con sus correspondientes papas fritas y montaditos, la heladera bien provista de latas de cerveza muy, muy frías, la tele encendida y el corazón palpitando, esperando ver un espectáculo a la altura de las expectativas y deseando que al final España y Chile pasen a los octavos. No hay que olvidar que de esta llave saldrá el rival de Brasil en octavos. Y está claro que España o Chile pueden suponer una mayor amenaza para la canarinha que Suiza, la otra selección en discordia (para que clasifique Honduras debería ocurrir un milagro milagrosísimo).
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Los chilenos son líderes de grupo y tienen serias opciones de clasificar. Pero una derrota ante España y una victoria de Suiza (dependiendo de los goles que se marquen en ambos partidos) los podría dejar fuera. España, por su parte, no tiene otra que ganar si no quiere vacaciones anticipadas.
Y aquí viene lo bueno. Se trata de dos selecciones que coinciden en su vocación ofensiva. Ambos conjuntos tiene perfectamente asumido que la gracia del juego reside en ser protagonistas del mismo, en adueñarse del balón y enfilar con dirección a la portería contraria, aún cuando eso suponga dejar espacios atrás.
Hasta la victoria siempre. Bielsa mandará a sus muchachos
al ataque, como es habitual en él.
España dispone de más recursos técnicos, jugadores más versátiles y con más calidad. Su juego es más armónico, vistoso y dispone de más variantes que su rival de mañana. Pero su predilección por el tiqui-taca la vuelve en ocasiones un tanto barroca y su falta de remate final a veces, como ocurrió en el enfrentamiento contra Honduras, le da un punto exasperante.
Chile es más impaciente y directo. Cuando sus jugadores tienen el balón buscan llegar al área rival en veloces transiciones. Básicamente, sale a arrasar a su rival, a abrumarlo. Tiende a desatar un vendaval ofensivo sobre sus contrarios. Es puro vértigo. Genera muchas opciones de gol pero falla demasiadas.
Quien piense por un instante que los sudamericanos saldrán mañana a especular y que cederán tranquilamente la iniciativa a los dirigidos por Del Bosque, se equivoca. La batalla por el balón será una de las claves del encuentro. Chile lo disputará fieramente. Otra cosa es que consiga algo que parece casi imposible: quitarle el dominio de la pelota a los europeos. Mañana, si cabe, ambos equipos redoblarán sus apuestas. Habrá vértigo, nervios, riesgo de infartos y goles.
Los defensas y los arqueros tendrán mucho trabajo. Bielsa es un obseso del ataque por las bandas. Justamente son esos los puntos más flojos de España. Por ahí percutirán insistentemente los jugadores chilenos. El equipo de Del Bosque, por su parte, se enfrentará por primera vez en este mundial a un rival que saldrá a jugarle de tú a tú. Un rival que dejará mucho espacio atrás, lo que supone un caramelo para gente como Xavi, posiblemente el mejor pasador del fútbol mundial, y delanteros como Villa y especialmente Fernando Torres.
Lo de El Niño es un caso llamativo. Rinde mucho mejor en su club, el Liverpoool, que en la selección. La clave parece estar en que a España la mayoría de los rivales la esperan metidos todos atrás, con las líneas muy juntas sin dejarle casi espacios para que puedan desplegar todo su juego. En esas situaciones, cuando se ve encerrado entre defensas, Torres se convierte casi en un delantero vulgar, alguien que resta más de lo que suma. En Inglaterra, en cambio, su equipo juega al contragolpe. En espacios amplios, con muchos metros para explotar su potencia y velocidad, Torres puede ser letal. Algo bastante parecido le sucedía a Gabriel Batistuta. Mañana Chile, inevitablemente, dejará más espacios de los que le dejaron Suiza y Honduras.
Oportunidad. Chile dejará espacios en defensa, lo cual puede favorecer
el juego de Fernando Torres.
Yo no sé que harán quienes lean estas líneas mañana a eso de las 20:30 hora española. Yo sé que tendré mi mesa dispuesta con sus correspondientes papas fritas y montaditos, la heladera bien provista de latas de cerveza muy, muy frías, la tele encendida y el corazón palpitando, esperando ver un espectáculo a la altura de las expectativas y deseando que al final España y Chile pasen a los octavos. No hay que olvidar que de esta llave saldrá el rival de Brasil en octavos. Y está claro que España o Chile pueden suponer una mayor amenaza para la canarinha que Suiza, la otra selección en discordia (para que clasifique Honduras debería ocurrir un milagro milagrosísimo).
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