25 de junio de 2010

El indomable Jabulani

En España la película Good Will Hunting, dirigida por Gus Van Sant e interpretada por Matt Damon y Robin Williams, se conoce por el título de El indomable Will Hunting (En busca del destino en Latinoamérica). Para hablar del balón con el que se está jugando el Mundial de Fútbol de Sudáfrica podríamos jugar con el título español y hablar de El indomable Jabulani, tal es el nombre con el que han bautizado a la pelota oficial de la Copa del Mundo.

Como suele ocurrir con los que ocupan despachos y altos cargos, los directivos de la FIFA son propensos a tomar decisiones arbitrarias y de sentido discutible. Además de pensar cómo hacer más y más dinero, quienes dirigen el cotarro del fútbol planetario tienen otra obsesión que va directamente conectada a la anterior: pensar cómo hacer el fútbol más atractivo, cómo potenciar el espectáculo que se ve sobre el terreno de juego.

Y como en este bendito deporte las mayores emociones vienen dadas por los goles llegó un día en que los de la FIFA llegaron a la conclusión de que lo que hacía falta eran más goles por partido. Ya a finales de los años 80 sopesaron incluso la posibilidad de agrandar las porterías. Afortunadamente terminaron desechando una idea que, de haberse llevado a cabo, hubiera convertido en héroes nacionales a Julio Salinas, al Cuqui Silvani, a Josemari, al brasileño Muller y a tantísimos otros delanteros fallones y de escaso gol.


Puro apariencia. Estéticamente, la Jabulani es hermosa pero
sus prestaciones son horribles.

Descartada la modificación de los arcos, los jerarcas de la FIFA se cebaron con la pelota. Y al bueno del balón empezaron a pedirle de todo. Que sea más liviano, que haga movimientos extraños para complicar a los guardametas, que su vuelo sea más rápido... Estos fueron los nuevos objetivos fijados. Y a ello se pusieron hasta que lograron jubilar (¿jabulanear?) a pelotas del estilo de las maravillosas Tango (usadas en los mundiales de Argentina 78 y España 82), la insuperable Azteca (la pelota de mis sueños, usada en México 86) o la Etrusco Único (Italia 90).

Ya a partir de entonces la cosa se empezó a torcer y los balones se fueron haciendo cada vez más livianos. El asunto empezó a tornarse alarmante en Alemania 2006 con el Teamgeist, “el primer balón sin costuras y sellado térmicamente”. Todo muy lindo pero las prestaciones de la pelota eran bastante horribles. Y del Jabulani qué decir. Simplemente que se lleva la palma, es una aberración que atenta contra la práctica del fútbol.

Estéticamente Jabulani es hermosa. Pero su uso revela que es un horror. Al más mínimo toque, la pelota sale disparada. Los cambios de frente se tornan imposibles de controlar. Cuando toma velocidad, no gira, sólo hace extraños movimientos que desconciertan a los porteros y desvirtúan el sentido del juego. Hay jugadores como Cristiano Ronaldo que tienen un disparo horroroso pero que en los tiros libres se ven favorecidos gracias a estos subproductos. Hasta el más inútil y debilucho de los jugadores es capaz de meter un trallazo por la escuadra desde larga distancia.



Insuperable. Con un balón Adidas Azteca como éste, Diego Maradona
firmó contra los ingleses sus dos goles más conodicos.



Con estos balones que parecen más bien pelotas de playa, cualquier coquinazo puede acabar en la red. Y si uno le pega con comba o de chanfle, el esférico rara vez adquiere el efecto deseado. Las virtudes y los defectos de antaño ahora se ven invertidos por culpa de esta nueva generación de pelotas horrendas.

Hasta la dialéctica futbolera se ve afectada. Y eso sí que es grave. La gente del fútbol (relatores, periodistas, jugadores, técnicos, aficionados) estamos acostumbrados a hablar de “el cuero” o de “la de cuero”. Pero resulta que Jabulani no es de cuero sino que está hecha al 100% de materiales sintéticos. Si no se rectifica y se sigue jugando con Jabulanis y similares, quienes no gustamos de las imprecisiones ya no podremos seguir refiriéndonos a la pelota como “la de cuero”. Obviamente tampoco diremos cosas como “pasame la de materiales sintéticos” o “el defensa rechazó la térmicamente sellada”. Simplemente nos tendremos que conformar con frases más prosaicas y contundentes del estilo de “dame esa pelota de m.....”.

¡Basta de aberraciones! La FIFA debería ocuparse de volver a los balones de toda la vida, los que no adquieren vuelos sobrenaturales. Aquellas pelotas a las que uno de chico untaba con grasa animal para cuidar el cuero y que eran un placer oler. Y aunque eran un tanto incómodas, uno tampoco tenía demasiados problemas en dormir abrazado a ellas. Me imagino que dormir hoy abrazado a una Jabulani debe ser como hacerlo con una mujer adicta a la cirugías estéticas y al bótox, tipo la presidenta argentina Cristina Kirchner o la duquesa de Alba. También en asuntos balompédicos lo natural siempre es mucho mejor que el plástico.


Más información sobre Jabulani:
Expectativas (Enric González)
Lo del Jabulani no es para tanto (Video de RTVE sobre un estudio científico acerca de Jabulani)
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