El Malo malísimo. A Messi le llueven las críticas en Argentina. Pero eso tiene fácil solución: si se hace un tatuaje del Ché, graba un disco de cumbia y se levanta a una botinera, ganará nuevos fans en su país natal.
Entre los comentarios que recibí y, sobre todo, los que se pueden leer en varios diarios argentinos, veo que por allá Lionel Messi, a pesar de ganar de forma abrumadora el Balón de Oro 2009, sigue siendo un tipo resistido, que genera rechazos en un nivel para mí incomprensible. Cuando el resto del mundo lleva al menos un par de años rendido a Messi, en el único lugar donde genera tanto rechazo es en su país de origen. Ni siquiera los brasileños ni los hinchas del Real Madrid (a priori, sus “enemigos naturales”) le niegan virtudes al rosarino.
Lo llamativo es que la mayor parte de las críticas no son estrictamente futbolísticas sino de índole muy distinta, lo cual permite hacer conjeturas casi en clave sociológica.
Me atrevo a aventurar algunas hipótesis que, como tales, podrán ser más o menos acertadas, que aquí nadie tiene la razón absoluta y en fútbol casi todo es opinable. Y digo casi porque hay cosas, como la valía de Messi, que no admiten discusión.
Ni Aimares, Saviolas, Riquelmes, Ortegas, Tévezes, Palermos, ni nada parecido. Messi es lo mejor que le pasó al fútbol argentino en los últimos 20 años. Esto es más que una opinión. Es un hecho objetivo. Y de ninguna manera se trata de un desmerecimiento a los muchos jugadores de gran calidad que surgieron en Argentina en la últimas dos décadas. Pero lo de Messi es otra cosa, está a otro nivel.
Futbolísticamente hablando, Messi es el mayor talento con el que cuenta Argentina desde el retiro de Maradona. Es un chico de apenas 22 años que ya se ganó su asiento en el exclusivo club de los grandes de la historia, ahí, pegadito a Alfredo, Diego, Edson, Johan y Zinedine.
No querer verlo de esta manera es de ciegos, es negar una evidencia que todo el planeta ve y celebra. Por eso creo que la incomprensión hacia Messi radica sencillamente en el desconocimiento: la gente no ve jugar a Messi. Porque ¿cuántos de los que lo critican tan duramente han visto más de veinte partidos completos de Lio? Y veinte partidos no son muchos para juzgar a un futbolista...
El malo de la película
A Messi le acusan, básicamente, de dos cosas: de no esforzarse cuando juega en la selección y de ser millonario (¡¿?!). Según esta teoría tener mucho dinero en el banco impide que un futbolista haga bien su trabajo. Por lo general la cosa suele ser al revés: los tipos que hacen muy bien su trabajo con una pelota en los pies se vuelven millonarios como consecuencia de ese buen hacer.
Los muchos que sostienen esta teoría proponen que la selección prescinda de los futbolistas que juegan en Europa y que el equipo se arme con jugadores del fútbol local. Esto, supuestamente, garantizaría el hambre de gloria del equipo, algo que en su opinión no aportan los millonarios europeos porque están demasiado acomodados en sus “vidas burguesas”.
En la historia del fútbol y del deporte en general existen montones de ejemplos que echan por tierra esa falaz creencia de que no se puede alcanzar la gloria cuando ya se tienen las alforjas llenas de billetes. Por citar casos contemporáneos y conocidos por todos: Michael Jordan, Roger Federer, Michael Schumacher, Tiger Woods, Usain Bolt, Mike Tyson o el mismo Maradona ya eran bastante millonarios cuando seguían buscando (y logrando) más y más gloria. El crecimiento exponencial de sus cuentas bancarias se fue dando en paralelo al crecimiento de títulos y el reconocimiento que iban obteniendo. Por lo tanto, es evidente que ganar dinero no hace peores a los deportistas.
Por otra parte, y aunque no ganen lo mismo que los que juegan en Europa, cualquier jugador de la primera división argentina cobra bastante más que un abogado, un periodista, un médico, un dentista o un oficial de policía con trabajos normales. Por tanto esa pretensión de hacer ver que los jugadores locales representarían mejor al pueblo porque ellos son el pueblo tampoco tiene una fundamentación demasiado sólida.
Un poco de sentido común (se echa en falta)
Igualmente, tener hambre de no es suficiente para poder obtener la gloria. También hacen falta buenos jugadores. Si Maradona, por ejemplo, me convoca a mí y a mi barra de amigotes, seguro que en Sudáfrica no habrá selección con más hambre de gloria que la formada por este selecto grupo de hombres de pésimo estado físico y dudosa calidad futbolística. Pero si nos toca jugar con Brasil y le queremos ganar, honestamente, creo que la selección argentina tendría más posibilidades de conseguirlo si juegan Messi y otros de los malvados vendepatria que se desempeñan en Europa y que encima cometen el pecado de ganar mucha plata de manera honesta.
Esto último también es bastante curioso. Muchos argentinos sacan, de manera implacable, el dedo inquisidor para señalar a jugadores que no hacen más que ganar dinero de manera honesta (¿qué culpa tienen si Adidas, Gillette o a Audi les pagan un montón de plata por promocionar sus productos? ¿O si un club les ofrece un sueldo elevado para que jueguen con ellos y no con el archirrival?).
Sin embargo, esos mismos guardan el dedo ante quienes más lo deberían usar, al tiempo que toleran, generación tras generación, que decenas de dirigentes políticos (de todos los partidos y orígenes geográficos) se conviertan en millonarios de manera deshonesta, apropiándose de dinero del Estado. No solo que guardan el dedo, sino que los justifican, los defienden y los votan una y otra vez. Como ciudadano si a Messi el Sr. Adidas decide pagarle una millonada, no es algo que me deba importar ni afectar. Ahora, si un funcionario o funcionaria multiplica un 800% su fortuna desde su llegada al gobierno y no lo puede justificar, creo que eso sí debería afectarme y preocuparme. Y creo también que en esos casos la obligación de un ciudadano debe ser exigir cuentas a esos funcionarios sin que los demás se le echen encima colocándole todo tipo de etiquetas (“golpista”, “derechoso”, “reaccionario”. El mundo al revés, roban los políticos y es como si la culpa fuera de quienes exigen explicaciones o no están de acuerdo con los saqueos alevosos de las arcas públicas).
Elemental, querido Watson
Volviendo a la composición de la selección, claro que se puede armar un equipo con futbolistas que juegan en el país y disputar el mundial. Y hasta se podría hacer un papel digno. Ahora, no hay que ser la reencarnación de Einstein ni tener cuatro doctorados en ciencias para darse cuenta de que no disponer de los mejores futbolistas reduce enormemente las posibilidades de triunfo de un equipo.
¿A alguien se le ocurre que Brasil no llamará a Kaká, Francia a Ribéry o España a Iniesta simplemente porque sus sueldos son muy superiores al de la mayoría de los asalariados de sus respectivos países? ¿A alguien le parecería normal que la selección argentina de básquet fuera al mundial con un equipo formado con jugadores del interior de Salta aduciendo que a Ginóbili, Scola y el resto de los NBA no se los convoca porque ganan demasiada plata y porque no tienen hambre de gloria?
¿Suena ridículo, no? Pues eso.
El problema, para mí, es que los que opinan que Messi es malo, le tienen bronca, son brutos y no entienden nada de fútbol, hablan sin saber. Esto es en cuanto a personas comunes. Ni siquiera me rebajaría a hablar del periodismo deportivo paupérrimo que hay en la Argentina. Me sorprende que tengas a Olé en tus páginas visitadas, de ser posible, no se debería hacerle propaganda. Aunque si está en categoría humor, sí aplica.
ResponderEliminarVolviendo al tema, no es el caso de Messi, pero creo que hay otros que cuando empezaron a ganar plata se empezaron a hacer los "chetos" como quien dice.
Para dejar de aburrir, creo que el tema de la selección es un tema jodido, en el sentido de que hay mucha mafia metida. Cualquier persona con dos gramos de cerebro no pondría a Heinze, ya cumplió su ciclo, sin embargo, todavía está. Lo mismo para mí pasa con llevar a Verón y no a Riquelme. Es pura mafia. Y lamentablemente hasta que no mueran todos (valga aclarar que es una muerte metafórica xD) las cosas no van a andar bien.
Bueno, suficiente por hoy. Jeje.
Saludos, Fede.
La página de Olé la tengo porque efectivamente la visito. Es un diario donde el único tipo rescatable debe ser Gustavo Grabia, y es un ejemplo de lo que no se debe hacer en perdiodismo. Pero es el que me permite estar más actualizado (también veo las secciones de Deporte de La Nación, Crítica Digital y Página/12 cuando quiero ampliar temas). Lo mismo me pasa con los diarios deportivos españoles que puse (As y Marca), que también son bastante defectuosos aunque tienen algunas firmas muy buenas, como la de mi admirado Santiago Segurola (Marca).
ResponderEliminarRespecto a Heinze, fijate en este enlace lo que publicó hace alguans semanas El País: http://www.elpais.com/articulo/deportes/Maradona/cliente/Heinze/elpepudep/20091112elpepudep_12/Tes
Y sobre Verón y Riquelme, creo que ninguno merece estar en la selección ni estar tan divinizados com están. Riquelme desperdició todo su talento: sólo jugó una buena temporada en Europa. En todos los equipos que estuvo tuvo problemas con todo el mundo, se entrena cuando quiere y en la cancha ya no aporta lo que se le debe exigir a un futbolista de su categoría y con su sueldo. No le gusta entrenarse y necesita que todo el mundo le rinda pleitesía, porque si no se deprime y se fastidia y ya no quiere jugar. Las divas en el fútbol hacen mucho mal. Y sí, creo que en Argentina pasa eso: jugadores que juegan 3 partidos buenos y ya se creen los mejores del mundo (fijate lo del gordo Fabbiani, por ejemplo). En eso influyen mucho los medios, periodistas de la calaña de Niembro, los de TyC y FoxSports, el fanatismo de la gente... No nos damos cuenta de que ser el mejor del barrio no te hace necesariamente el mejor del mundo. Fijate Palacio: en Boca se pasaron diciendo que era el mejor delantero del mundo, que lo querían Chelsea, Barça y Arsenal. Ahora anda perdido por Italia donde el otro día hizo su primer gol en 4 meses.Entonces, encumbramos a Palacio y al gordo Fabbiani pero le damos con un caño a Messi. Es inentendible.