Estaba claro que en este blog iba a terminar escribiendo de la participación de la selección Argentina en el Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Aunque soñaba con hacerlo el 12 de julio, un día después de la final. Pero al igual que cuatro años atrás, llegaron los alemanes para decirnos que los cuartos de final eran la estación final del recorrido de un tren que, aunque destartalado, avanzaba e ilusionaba.
La victoria de Alemania ha sido inobjetable. Y es que cuando te meten cuatro goles en cuartos de final, poco se puede decir al respecto. De todas formas, no creo que deba hablarse de humillación. Argentina perdió pero yendo al frente, buscando la victoria primero y al menos el gol del honor al final. En ningún momento bajó los brazos ni reculó.
En este sentido, prefiero perder de esta manera y no como lo hizo Brasil, que se paralizó luego de los goles holandeses y su única reacción fue patear a los rivales y protestar al árbitro. Una manera, por cierto, muy característica de los equipos argentinos que sin embargo la selección de Maradona consiguió evitar.
La participación argentina en este mundial ha dejado conclusiones y evidencias de todo tipo, la mayoría relacionadas con cosas mal hechas. De todas maneras, me quito el sombrero ante buena parte de lo hecho por Maradona. Hasta hace un mes y medio, para mí era impensable decir o escribir algo en favor del Maradona DT. El juego que el seleccionado había mostrado a lo largo de las eliminatorias desde que Diego asumiera el cargo, había sido nefasto, casi inexistente. Lo único que tenía en claro era la propuesta ultradefensiva con la que salía a disputar los encuentros.
Sin embargo, una vez en suelo sudafricano, Maradona dijo que, viendo los delanteros que tenía, apostaría por salir a atacar. Hasta ahí, el mismo verso de siempre. Todos los que llegan al cargo de seleccionador nacional repiten el mismo mantra: “Vamos a salir a atacar en todas las canchas sin que importe el rival”.
Todos lo dicen y nadie o muy pocos lo hacen. En los últimos 30 años, sólo Marcelo Bielsa se había mostrado coherente y fiel a esa declaración. Hasta que irrumpió la versión sudafricana de Maradona.
El dolor de la derrota. Maradona, cuando la goleada alemana ya
era una realidad. Diego apostó por el juego de ataque, pero no alcanzó.
En la rueda de prensa luego de la dura derrota contra los alemanes, Maradona dijo cosas como ésta: “Me di cuenta de que adentro, como técnico y como jugador, el fútbol que gusta a la gente es éste, ir adelante, tocar, jugar. No se cumplió el sueño pero se encontró un camino, el de respetar al fútbol argentino, de tocar la pelota, de volver a las raíces. Me puedo ir mañana, pero me gustaría que estos chicos siguieran demostrando lo que son y haciendo ver el verdadero fútbol argentino, sin misterios, sin peleas”.
El Pelusa, extraño en él (y últimamente, casi en cualquier ser humano) fue capaz de rectificar, de darse cuenta de que el fútbol defensivo y amarrete por el que había apostado en las eliminatorias no era el camino a seguir. Y sobre la marcha dio un giro copernicano y apostó por una manera totalmente diferente de jugar: El arco rival como prioridad, como objetivo mayor. Y eso, en los tiempos que corren, en los que se celebran y veneran técnicos que sólo piensan en no dejar jugar al rival (Capellos, Bianchis, Mourinhos y similares) es digno de aplaudir. Maradona ha sido consecuente hasta en la derrota.
¿Significa esto que las cosas no se han hecho tan mal y que Maradona debe seguir en su cargo? Sinceramente, creo que no debe continuar. Se debe buscar otro perfil de técnico pero partiendo de los aspectos positivos que dejó la gestión de Maradona y eliminando los negativos. Se necesita un entrenador que apueste por seguir el camino del fútbol alegre y ofensivo y, sobre todo, que entienda que la mejor manera de jugar al fútbol es hacerlo de forma colectiva. Un verdadero equipo no debe entenderse como un rejunte de individualidades de las que esperar genialidades y milagros en cada partido, como ha ocurrido ahora.
Debe seguir el espíritu de Diego (el amor y la entrega por la camiseta, el anteponer la idea de espectáculo y de juego alegre antes que el mero resultadismo) pero no la persona.
Habitualmente, no suelo coincidir demasiado con los análisis del periodista argentino Juan Pablo Varsky, pero creo que su artículo Ya no podemos hablar de mala suerte incluye reflexiones muy válidas y que deben ser tenidas en cuenta.
Bajo la dirección de Maradona al frente del seleccionado ha habido demasiada improvisación, mala elección de jugadores (pongan todos los nombres que sobran y todos los que faltan) así como errores y descompensaciones descomunales: la táctica ha hecho agua por todas partes y hay jugadores que han demostrado un desquiciante desconocimiento conceptual tanto a nivel colectivo como de la posición que ocupan en la cancha.
Defensores que no saben siquiera el abecé de lo que debe hacer un defensa (Demichelis y Otamendi no están para el fútbol de élite), mediocampistas sobrevalorados y cuyas supuestas cualidades nunca se han demostrado (Verón y Di María) y otros, como Tévez, que siguen perdiéndose en declaraciones demagógicas y en actuaciones más parecidas a las de un maratonista que a las de un futbolista de calidad.
La experiencia sudafricana debe entenderse como un fin de ciclo en cuanto a las personas que han estado al frente pero como un punto y seguido en cuanto a la filosofía de juego. Necesitamos gente como Guardiola, como Pellegrini, como Rijkaard, incluso como Ángel Cappa. Y si no los tenemos en casa, pues habría que buscarlos afuera. Pero no miremos atrás, no volvamos a los supuestos nombres mágicos del fútbol vernáculo (Bianchi, Basile, Ramón Díaz, el Bambino Veira, el Tolo Gallego...). Para su renovación, Alemania se fijó en el juego de España. Nosotros bien podríamos mirarnos en estos espejos y trabajar en esa dirección.
PD1: por cierto, y aunque es demasiado aventurado hablar de favoritos, creo que España le va a ganar a Alemania. No sólo lo espero sino que creo que será así. España ni es tan cándida ni está tan descompensada como lo estuvieron ingleses y argentinos en sus enfrentamientos contra los teutones. Los dirigidos por Löw no saldrán a defenderse, y ese escenario favorece a los de Del Bosque. A España se le atragantan los equipos que se le meten excesivamente atrás (Suiza, Paraguay, Honduras) pero se crece cuando enfrente tiene un rival ambicioso. Y Alemania lo es, vaya que si lo es. Seguramente será un gran partido, con constantes idas y vueltas entre dos conjuntos que tratan bien el balón y que no saben -ni quieren- especular.
La victoria de Alemania ha sido inobjetable. Y es que cuando te meten cuatro goles en cuartos de final, poco se puede decir al respecto. De todas formas, no creo que deba hablarse de humillación. Argentina perdió pero yendo al frente, buscando la victoria primero y al menos el gol del honor al final. En ningún momento bajó los brazos ni reculó.
En este sentido, prefiero perder de esta manera y no como lo hizo Brasil, que se paralizó luego de los goles holandeses y su única reacción fue patear a los rivales y protestar al árbitro. Una manera, por cierto, muy característica de los equipos argentinos que sin embargo la selección de Maradona consiguió evitar.
La participación argentina en este mundial ha dejado conclusiones y evidencias de todo tipo, la mayoría relacionadas con cosas mal hechas. De todas maneras, me quito el sombrero ante buena parte de lo hecho por Maradona. Hasta hace un mes y medio, para mí era impensable decir o escribir algo en favor del Maradona DT. El juego que el seleccionado había mostrado a lo largo de las eliminatorias desde que Diego asumiera el cargo, había sido nefasto, casi inexistente. Lo único que tenía en claro era la propuesta ultradefensiva con la que salía a disputar los encuentros.
Sin embargo, una vez en suelo sudafricano, Maradona dijo que, viendo los delanteros que tenía, apostaría por salir a atacar. Hasta ahí, el mismo verso de siempre. Todos los que llegan al cargo de seleccionador nacional repiten el mismo mantra: “Vamos a salir a atacar en todas las canchas sin que importe el rival”.
Todos lo dicen y nadie o muy pocos lo hacen. En los últimos 30 años, sólo Marcelo Bielsa se había mostrado coherente y fiel a esa declaración. Hasta que irrumpió la versión sudafricana de Maradona.
El dolor de la derrota. Maradona, cuando la goleada alemana ya
era una realidad. Diego apostó por el juego de ataque, pero no alcanzó.
En la rueda de prensa luego de la dura derrota contra los alemanes, Maradona dijo cosas como ésta: “Me di cuenta de que adentro, como técnico y como jugador, el fútbol que gusta a la gente es éste, ir adelante, tocar, jugar. No se cumplió el sueño pero se encontró un camino, el de respetar al fútbol argentino, de tocar la pelota, de volver a las raíces. Me puedo ir mañana, pero me gustaría que estos chicos siguieran demostrando lo que son y haciendo ver el verdadero fútbol argentino, sin misterios, sin peleas”.
El Pelusa, extraño en él (y últimamente, casi en cualquier ser humano) fue capaz de rectificar, de darse cuenta de que el fútbol defensivo y amarrete por el que había apostado en las eliminatorias no era el camino a seguir. Y sobre la marcha dio un giro copernicano y apostó por una manera totalmente diferente de jugar: El arco rival como prioridad, como objetivo mayor. Y eso, en los tiempos que corren, en los que se celebran y veneran técnicos que sólo piensan en no dejar jugar al rival (Capellos, Bianchis, Mourinhos y similares) es digno de aplaudir. Maradona ha sido consecuente hasta en la derrota.
¿Significa esto que las cosas no se han hecho tan mal y que Maradona debe seguir en su cargo? Sinceramente, creo que no debe continuar. Se debe buscar otro perfil de técnico pero partiendo de los aspectos positivos que dejó la gestión de Maradona y eliminando los negativos. Se necesita un entrenador que apueste por seguir el camino del fútbol alegre y ofensivo y, sobre todo, que entienda que la mejor manera de jugar al fútbol es hacerlo de forma colectiva. Un verdadero equipo no debe entenderse como un rejunte de individualidades de las que esperar genialidades y milagros en cada partido, como ha ocurrido ahora.
Debe seguir el espíritu de Diego (el amor y la entrega por la camiseta, el anteponer la idea de espectáculo y de juego alegre antes que el mero resultadismo) pero no la persona.
Habitualmente, no suelo coincidir demasiado con los análisis del periodista argentino Juan Pablo Varsky, pero creo que su artículo Ya no podemos hablar de mala suerte incluye reflexiones muy válidas y que deben ser tenidas en cuenta.
Bajo la dirección de Maradona al frente del seleccionado ha habido demasiada improvisación, mala elección de jugadores (pongan todos los nombres que sobran y todos los que faltan) así como errores y descompensaciones descomunales: la táctica ha hecho agua por todas partes y hay jugadores que han demostrado un desquiciante desconocimiento conceptual tanto a nivel colectivo como de la posición que ocupan en la cancha.
Defensores que no saben siquiera el abecé de lo que debe hacer un defensa (Demichelis y Otamendi no están para el fútbol de élite), mediocampistas sobrevalorados y cuyas supuestas cualidades nunca se han demostrado (Verón y Di María) y otros, como Tévez, que siguen perdiéndose en declaraciones demagógicas y en actuaciones más parecidas a las de un maratonista que a las de un futbolista de calidad.
La experiencia sudafricana debe entenderse como un fin de ciclo en cuanto a las personas que han estado al frente pero como un punto y seguido en cuanto a la filosofía de juego. Necesitamos gente como Guardiola, como Pellegrini, como Rijkaard, incluso como Ángel Cappa. Y si no los tenemos en casa, pues habría que buscarlos afuera. Pero no miremos atrás, no volvamos a los supuestos nombres mágicos del fútbol vernáculo (Bianchi, Basile, Ramón Díaz, el Bambino Veira, el Tolo Gallego...). Para su renovación, Alemania se fijó en el juego de España. Nosotros bien podríamos mirarnos en estos espejos y trabajar en esa dirección.
PD1: por cierto, y aunque es demasiado aventurado hablar de favoritos, creo que España le va a ganar a Alemania. No sólo lo espero sino que creo que será así. España ni es tan cándida ni está tan descompensada como lo estuvieron ingleses y argentinos en sus enfrentamientos contra los teutones. Los dirigidos por Löw no saldrán a defenderse, y ese escenario favorece a los de Del Bosque. A España se le atragantan los equipos que se le meten excesivamente atrás (Suiza, Paraguay, Honduras) pero se crece cuando enfrente tiene un rival ambicioso. Y Alemania lo es, vaya que si lo es. Seguramente será un gran partido, con constantes idas y vueltas entre dos conjuntos que tratan bien el balón y que no saben -ni quieren- especular.
PD2: no puedo cerrar esta entrada sin poner el enlace al artículo Casale resucita de Enric González sobre la actuación argentina en el mundial, y sin citar este párrafo de ese texto:
"Debería ser el momento de preguntarse por qué Argentina funciona a la argentina, es decir, por qué no funciona, pero eso es inútil: no se va a resolver precisamente ahora uno de los grandes misterios del siglo XX".
PD3: ¿Alguien sabe cómo asesinar a cierto pulpo con dotes adivinatorias? ¡El bicho ese viene adivinando todo!
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Que sí, que salir a jugar al ataque, pero uno no puede atacar sin centrocampistas.
ResponderEliminarARGENTINA EN SUDÁFRICA: Sergio Romero; Otamendi, Demichelis, Smuel, Heinze; "Maxi" Rodríguez, Mascherano, Messi, Di María; Tévez y Gonzalo Higuaín
Cuatro centrales, un volante-tapón y cinco delanteros: Rodríguez es un delantero disfrazado de centrocampista, que corre y brega y llega a gol, pero que apenas da balones; Di María es un extremo clásico.
Mejor así: Romero; Araujo, Garay, G. Milito, Monzón; Banega, Bollatti, Riquelme; Messi, D. Milito y Di María
Claro que no se puede salir como salió Argentina. Fue un planteo kamikaze. Además, se sabía que Alemania saldría a la contra y que se podrían hacer un picnic, como lo hicieron, y aun sin ser ellos un equipazo. Lo que digo es que, entre salir a esperar todos colgados atrás y salir a atacar, me quedo con lo último. Pero una cosa es atacar y otra suicidarse desde el minuto 1. Un poco de equilibrio nos habría venido bien.
ResponderEliminarRespecto a los jugadores, yo no insistiría con Riquelme. Nunca hizo nada relevante con la selección, y su papel en 2006 fue bastante discreto. En 2014 tendrá 36 años. Di María me parece un poco inflado, habrá que ver cómo le va en el Real Madrid. En esa posición prefiero a Perotti. No veo la hora de que alguien apueste por ese pibe.