24 de diciembre de 2009

Dry Martini, recio y sofisticado



Bala de plata. Apenas hay que ensuciar el hielo con vermouth; el resto, todo ginebra. Y frío, muy frío es como debe servirse el Dry Martini.



Clásico. Como ocurre con la pinta de Guinness, cuando se toma un Dry Martini en la copa correspondiente, uno se está bebiendo un icono. En casa sabe bien, pero en un bar a medialuz y sobre una barra de madera oscura, mucho mejor.


Como es una bebida que vale la pena (¡y tanto!) y porque además creo que el texto es bastante ameno, aprovecho para tirar de archivo y subir un artículo sobre el Dry Martini que publicamos el año pasado en Miralls, la revista que editamos con un grupo de amigos en Valencia (hace un año que salió el último número, y ahora estamos tratando de relanzarla en versión digital. Ya los acosaré cuando la tengamos en Internet).

Debajo va el texto en cuestión que escribimos entre mi amigo Alejandro Carbó y yo (sí, los sacrificados integrantes de El equipo de investigación), texto que, además de hablar sobre el cocktail más clásico entre los clásicos, incluye una serie de sitios en Valencia donde se puede tomar esta bebida.

También añado al final un link a un artículo de Enric González (imprescindible) así como un link a un video muy cortito donde se muestra cómo preparar un Dry Martini. A diferencia de lo que se suele decir, "¡inténtenlo en sus casas!".



AQUÍ SE BEBE
Dry Martini, algo más que una bebida

Texto: El Equipo de Investigación.


Una de las ventajas de contar en una publicación con editores de criterio amplio es que los redactores pueden proponer toda clase de temas sabiendo que, muy probablemente, les darán el visto bueno para escribir sobre ellos. Lo mismo ocurre cuando la edición está en manos de librepensadores, gente un poco pasada de rosca o incompetentes de remate. Pero aquí no nos pronunciaremos acerca de a qué categoría pertenecen los editores de esta revista. Tampoco es cuestión de caer en el elogio desmedido ni de ir por ahí con el dedo acusador: a veces, evitar estas opciones demuestra sino sabiduría sí al menos sentido de la oportunidad y buen tino.

En todo caso e independientemente de cual sea la calaña de los editores de Miralls, lo cierto es que han dado vía libre a esta sección en la que se hablará alternativamente de comidas y bebidas. Pero antes de entrar en materia conviene hacer una pequeña salvedad: esta sección fue propuesta, aprobada y concebida durante el verano, agujero espacio temporal que, como es sabido, se caracteriza principalmente por la abundancia de informaciones absurdas en los medios de comunicación, programaciones televisivas más infames de lo habitual y la práctica de aficiones de riesgo como la visita de aeropuertos, la infidelidad y el divorcio.

Los meses estivales constituyen también un período propicio para el consumo de bebidas alcohólicas, y como esta sección se ha hecho claramente con mimbres veraniegos, en su estreno hablaremos de un clásico: el Dry Martini.


Desayuno con Dry Martini


El perfecto Dry Martini se debería beber acompañado de Audrey Hepburn a la entrada de la joyería Tiffany’s de Nueva York. Pero eso no siempre es posible. Por eso, también nos sirve un amigo bajito, calvo y con gafas. Y es que el Dry Martini obra milagros, es todo un experto en disfrazar y mejorar la realidad. Por eso, es el cocktail más consumido en el mundo. Se suele decir, aunque tal vez la proporción haya cambiado un poco, que dos de cada tres de todos los combinados que se preparan son Dry Martini.

El Dry Martini perfecto es transparente como el cristal y frío como el hielo. Es un trago corto y peligroso. Combina bien con la anécdota rápida y el chiste fugaz. Por el contrario, no combina nada bien con grandes discursos ni con parrafadas extensas. Un Dry Martini en manos de un orador pesado o de un fantasma con ganas de rememorar los mejores momentos laborales de la semana puede convertirse en un arma muy peligrosa. Es más, debería estar considerado por la ley como un arma de fuego, o arma blanca al menos. No en balde, el Dry Martini también es conocido como la “bala de plata”.

Pese al aura de sofisticación que rodea al cocktail, el Dry Martini tiene la rotundidad propia de las cosas simples bien hechas. La sencillez de su fórmula es más que elocuente: ginebra y vermut seco, con oliva o cáscara de limón. Lo accesorio y la parafernalia sobran; en el peor de los casos, quedan reservados para el barman.

Otro asunto crucial son las proporciones de la mezcla. El ya mítico columnista de El País, Enric González - que define a éste cóctel como “un artefacto fugaz y esencial”- sostiene que “las proporciones constituyen un asunto personal, sobre el que se puede opinar, pero no discutir”. Pues un correcto bebedor de este cocktail “respeta los cánones, pero soporta mal los tópicos”. Según el gran Enric, “el Dry Martini requiere criterio. El criterio requiere opinión. La opinión requiere reflexión. Y la reflexión requiere escepticismo.” Ahí queda eso, no seremos nosotros quienes le discutamos.

Si el Barça es más que un club, el Dry Martini es algo más que una bebida. Un trago corto, fuerte y seco, creado para ser degustado con paciencia. El perfecto Dry Martini es algo casi poético. Una copa rápida para ser consumida con lentitud, una bebida madura y poderosa que requiere cierto control porque, como se suele decir “un solo Dry Martini ya pueden resultar demasiados”.

Quien lo bebe está consumiendo un concepto y una tradición. El Dry Martini ha sido escogido durante todo el siglo XX como bebida favorita por expertos borrachos como, Winston Churchill, Humphrey Bogart, John D. Rockefeller, Frank Sinatra, Ernest Hemingway o Luis Buñuel. Hasta el supuestamente íntegro James Bond siempre sucumbe a sus encantos y lo pide con un chulesco "agitado, no removido”.

Con un Dry Martini más que emborracharte con estilo, te estás emborrachando de estilo.

Por ello, la película “Desayuno con diamantes” con las breves, alocadas y chispeantes frases que Truman Capote coloca en los elegantes labios de Audrey Hepburn, es la que mejor ha sabido capturar el venenoso encanto de este cocktail esencial. Una magia que ni siquiera ha sucumbido por la abusiva sobreexplotación realizada en infinidad de cuadros y carteles del Pop Art, unos reiterativos y previsibles carteles que reproducen una y otra vez a la pobre Audrey Hepburn sosteniendo una copa de Dry Martini en la mano. Imágenes que atiborran desde hace años cualquier tienda de decoración del mundo, alimentando de esta forma los sueños de glamour de imposibles Audreys que trabajan en sucursales bancarias.


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¿Dónde ir?

Una vez elegido el tema de este artículo, surgió de inmediato la pregunta "¿Dónde tomar Dry Martini en Valencia?". Espoleado por el compromiso con los lectores y por la función social que todo medio de comunicación debe aspirar a cumplir, el Equipo de investigación de Miralls se metió en faena para acercar algunas respuestas, cosa bastante difícil tratándose de una ciudad con poca o nula tradición en la coctelería. No es por ofender, pero llama la atención que en reputadísimos restaurantes y pubs de la Valencia de la Formula 1 y de la Copa del América, cuando pides un Dry Martini te pregunten con toda la naturalidad del mundo que si Martini blanco o rojo. ¡Qué pensarán de nosotros Flavio Briatore y Bernie Ecclestone!


Café Dublín
C/ Sueca, 51 (Ruzafa)

No es la mejor opción de la ciudad pero tampoco está del todo mal. A favor: es un local que ofrece una lista variada de cócteles, ideal para paladares e hígados inquietos. Cuenta con un potente aire acondicionado, cuestión para nada baladí en una ciudad en la que por mucho que nos empeñemos en creernos Mónaco reina un clima subtropical. Su versión del Dry Martini viene con rizo de cáscara de limón y deja un marcado, aunque no exagerado, regusto a ginebra. En contra: lo sirven poco frío, lo que indudablemente le resta enteros a la calificación final. Lo mismo ocurre con su versión del Manhattan.


El gastrónomo
Av. Primado Reig 149

Este restaurante donde se prepara el mejor steak tartare de Valencia, cuenta además con un excelente Dry Martini como complemento de lujo. La sobriedad y el clasicismo del personal de sala le confieren un aire ritual a la preparación del Dry Martini que le sienta de maravilla. Los chicos del Gastrónomo parecen haber interiorizado la elegante esencia del cocktail, y saben que los aspavientos y exhibiciones están completamente fuera de lugar. Un Dry Martini debe prepararse y servirse de la manera más perfecta, educada y amable posible. Solo así, se crea el clima que permite disfrutar de esta bebida con todos los sentidos.


Christopher Lee
c/ Pinzón, 17 (Ciutat Vella)

Una de los pocos pubs especializados en cocktails de Valencia. Un lugar donde se toman muy en serio esto del Dry Martini. Lo saben preparar de diversas formas, y todas están buenas. La atmósfera del local, fundado en 1971 y situado en el corazón del barrio del Carmen, te permite hacer un viaje en el tiempo que te traslada hasta la época de la “movida” valenciana y una supuesta vida bohemia de finales de los años 70. Los camareros tienen la buena -y cada vez más extraña- costumbre de escuchar los gustos del cliente para preparar la bebida a su gusto.


La casa del Martini
c/ Bélgica 28 (zona Mestalla)

Si el Christopher Lee te traslada hasta el corazón de los ambientillos artísticos de finales de los ‘70, la Casa del Martini encarna a la perfección el gusto por la decoración “fashion y cool” de los ‘00. Pese a que más de uno este tipo de ambientes Bohemian & Bourgeois nos parece un rollo patatero, hay que reconocer que el local es muy cómodo y se está realmente a gusto. Y lo que es más importante: Pilar y su equipo saben preparar un buen Dry Martini, servido siempre con una sonrisa en los labios. Así que como dijo Harry Craddock, el mítico barman del hotel Savoy de Londres, "bébelo mientras todavía te sonría".

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Enlaces:

Cuestión de principios (Enric González)
Aprende a hacer un Dry Martini (video)

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