13 de julio de 2010

España campeona del mundo: un triunfo merecido y necesario


Campeones al fin. El plantel español celebra momentos
después de recibir la ansiada Copa del Mundo.

Luego de tantos años de sueños rotos, de esperanzas que crecían y morían con igual rapidez, la selección española se consagró el domingo 11 de julio campeona del mundo por primera vez en su historia.

Ganó España, ganó el fútbol. El triunfo de España fue tan merecido como necesario. Merecido por el buen fútbol que esta selección viene desplegando desde hace por lo menos dos años, cuando Luis Aragonés armó un equipo capaz de ganar la Eurocopa de 2008 de manera brillante y que sentó las bases y el estilo del combinado que en Sudáfrica llevó a España a la cima del mundo balompédico. Y necesario porque en un momento en que el fútbol resultadista parecía la única opción para llegar al triunfo, la victoria de la Roja servirá para equlibrar un poco la balanza.

El título es merecido también por lo que significa España en el universo del fútbol y por lo que este país aporta y ha aportado al deporte rey. Y aunque Ken Follet no haya tenido esto en mente cuando escribió su obra más conocida, en términos estrictamente futbolísticos bien puede decirse que la liga profesional española es indudablemente uno de Los pilares de la Tierra. Lo ha sido casi desde el principio del auge del fútbol y lo sigue siendo hoy.

Buena parte de los mejores futbolistas de la historia pasaron en algún momento por clubes españoles. Maradona, Ronaldinho, Di Stéfano, Zidane, Romario, Ronaldo, Puskas, Kubala y Cruyff, por citar algunos nombres, han jugado en equipos del país de la piel de toro. En la actualidad en la Liga juegan los últimos tres FIFA World Player: Messi, Cristiano Ronalo y Kaká, y otras figuras que bien lo podrían recibir este año y que son figuras indiscutidas a nivel mundial, como Xavi, Iniesta, Casillas y David Villa, entre muchos otros.

A escala global, la Liga sólo rivaliza con la Premier League inglesa. El interés que despierta el campeonato español más allá de sus fronteras, la cantidad de países a los que se transmiten sus partidos, los millones de seguidores que equipos como Barcelona, Real Madrid, Atlético de Madrid, Valencia, Sevilla o Villarreal tienen por todo el mundo así como las camisetas y todo el merchandising imaginable que se venden en otros países, sólo es equiparable a lo que genera el campeonato inglés.

Tanto el atractivo y el interés que despierta el fútbol español como el dinero que mueve, es muy superior a los del fútbol italiano, alemán, holandés o francés.

Y en lo estrictamente deportivo, su fútbol es uno de los más laureados a nivel clubes (junto a Italia, España es el país cuyos equipos más veces han ganado la Copa de Europa – 12 veces cada uno, seguidos de Inglaterra con 11, y Alemania y Holanda, con seis títulos cada uno-).

Pero a nivel selección las alegrías habían sido muy pocas y las decepciones y tristezas muchas, demasiadas para una nación (o nación de naciones, no vayamos a herir susceptibilidades) tan futbolera como ésta. Hasta antes de Sudáfrica, España contaba sólo con dos Eurocopas en su haber (1964 y 2008) como máximos logros colectivos. Jamás había sido capaz, siquiera, de llegar a las semifinales de un mundial de fútbol.

Por eso lo conseguido ahora por el equipo de Del Bosque tiene tanto mérito. La consagración como campeona del mundo, ahora sí, convierte a España en miembro destacado del selecto club de las grandes naciones del balompié.

Este título, sumado a la Eurocopa conseguida dos años atrás, callará para siempre los comentarios maliciosos y con aires de superioridad (despectivos en muchas ocasiones) que hinchas y no pocos periodistas de otros países gustaban de utilizar para minimizar la valía del fútbol español. Las críticas y las chicanas ahora son reemplazadas por aplausos y elogios. Ya era hora.


De la escuela holandesa a la escuela española


Decíamos también que el título de campeón del mundo conseguido por España era necesario. Y lo es por el sencillo motivo de que quien gana marca tendencia, crea escuela. Y qué mejor que aspirar a que esta fiebre española, tan distinta a la Furia de antaño, sea la que recorra ahora el mundo.

No estaría nada mal, sobre todo considerando que los amantes del catenaccio, de las propuestas mezquinas, de los que no entienden el fútbol como una posibilidad para el disfrute, en 2010 parecían estar de parabienes. El Inter de Mourinho, con su propuesta rácana, se hizo con todos los títulos posibles este año, Champions League incluida. El técnico portugués acabó siendo fichado a golpe de chequera por un Real Madrid que ve en él el antídoto al Barcelona de Guardiola y al que le han puesto la etiqueta de ganador infalible.

El Inter de Mourinho, el Brasil de Dunga, que parecía predestinado al éxito, la Italia campeona de 2006, han provisto de argumentos a quienes esgrimen que el fútbol deber ser eficaz o no ser, aquellos para los que un partido de fútbol consiste en asumir el menor riesgo posible, aprovechar los errores del rival y mantener la portería propia a cero. Los mismos que sostienen sin cortarse un pelo que “para ver espectáculo es mejor ir al teatro”.

Protegidos tras el barniz de autoridad y credibilidad que dan las victorias, los Mourinhos, Dungas, Lippis y Capellos que irrumpieron por todas partes (periodistas incluidos) parecían los apóstoles de una doctrina que no admitía reparo alguno. Por contra, el fútbol vistoso, alegre, el que asume riesgos, busca la victoria siempre y no está reñido con la idea de espectáculo, ha estado siempre en duda, bajo constante sospecha.

A diferencia de los pragmáticos, los representantes de esta corriente futbolística están siempre obligados a demostrar que de esa manera también se pueden conseguir victorias. La jauría de detractores dispuestos a saltarles a la yugular está permanentemente al acecho, esperando el menor traspié para reivindicar que la suya es la única opción válida.

Si España hubiera caído ante Holanda, la lección a impartir hubiera sido esta: “El tiqui taca no sirve para ser campeones, para conseguir títulos hay que dejarse de florituras y ser pragmáticos”. Y ahí radica la paradoja holandesa: fundadores de una filosofía futbolística que arraigó fuertemente en el corazón y la mente de millones, al punto de convertirse en una moral, los tulipanes fueron víctimas de los cantos de sirenas de los adalides del resultadismo puro. Lo dijo su propio técnico Bert van Marwijk al llegar a Sudáfrica y lo repitieron varios jugadores, como Wesley Sneijder: “No nos preocupa jugar bien, vinimos a ganar”, aseguraron, como si ambas cosas fueran incompatibles. Pero ahí va que al igual que en 1974 y 1978, los holandeses volvieron a perder la final de un mundial.


Karate kid. De Jong hace diana en el pecho del español Xabi Alonso.
El holandés confundió la final del mundial de fútbol con la de alguna
competición de artes marciales.


La renuncia al estilo que les dio fama y prestigio eternos en favor de un fútbol preocupado exclusivamente por el resultado justamente no les dio resultado.

La moraleja es hermosa, si no se es holandés, claro: “Si no ganaron cuando jugaban bien y se lo merecían, mucho menos van a ganar ahora que hacen un fútbol tan mezquino y especulativo”.

Ironías del destino
, lo llamarán unos; justicia poética, dirán otros; yo prefiero el más llano la pifiaste feo, Van Marwijk.

Por todo esto quienes durante años hemos tenido a Holanda como la selección comodín, esa a la que esperamos que le vaya bien y que anhelamos que alguna vez el fútbol le conceda la gloria tan merecida, disfrutamos tanto de las victorias del Barcelona de Pep Guardiola y de la selección española de Vicente Del Bosque, mucho más holandeses que los propios holandeses y verdaderos guardianes del tarro de las esencias de aquella Naranja Mecánica de los años 70 reencarnada en la Taronja Blaugrana y en la Roja Mécanica de este inicio de siglo.

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P.D.1: Aunque no puedo mostrar un porcentaje de acierto tan elevado como el del Pulpo Paul, ahí están los pronósticos que hice antes de varios de los partidos del mundial, o aquella entrada de enero de este año (Hagan sus apuestas), en la que decía cuáles eran, a mi entender, los candidatos. Pifias aparte, hay varios aciertos. El principal, el que vengo sosteniendo desde hace más de dos años: que España era para mí la gran favorita.

Algunos tal vez tengan o recuerden aquel email de enero de 2008 en el que decía que veía a la Roja como candidata para ganar la Eurocopa que se jugaría ese año y para el mundial de dos años después. Y lo decía cuando ni siquera en España se creía mucho en esta selección. De hecho, el gran pasatiempo de los humoristas nacionales por aquellos días era mofarse de que su selección nunca pasaba de cuartos de final en las grandes competiciones. ¿Se acuerdan de la versión del A por ellos, oé, con la letra cambiada que decía Hasta cuartos y con suerte oé, oé?

También por aquella época Xavi estaba en duda en el Barcelona y en el club culé había quienes presionaban para fichar a Mourinho. Amplios sectores de la prensa deportiva secundaban estas ideas. Los mismos que entonces pedían la venta de Xavi y la contratación del portugués, hoy piden el Balón de Oro para el crack de Terrassa y la canonización de Guardiola. ¿Quién dijo oportunistas?

P.D.2: En pleno furor por el Pulpo Paul, resulta extraño que los directivos de los canales de televisión, sobre todo los que incluyen programación infantil, no hayan recuperado la serie de dibujos animados de El Pulpo Manotas (Squiddly Diddly en inglés), una de las muchas creaciones del célebre tándem Hanna & Barbera y que tantas buenas tardes me hizo pasar de chico (y de no tan chico también).

Manotas no era un pulpo pitoniso como Paul, pero al igual que éste era la principal atracción del acuario en el que vivía. Era, además, un eximio instrumentista musical y un catalizador de aventuras de toda clase.




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3 comentarios:

  1. Una vez más suscribo todo lo dicho. De hecho creo que, si las cosas no se tuercen, hasta crearemos tendencia. Y como la Brasil de los 60 y la Holanda del 70 esta España será recordada por muchos años.

    Ah, por cierto, yo también auguré la victoria en la Eurocopa en mi blog. ;o)

    Respecto a los arrivistas que decir... Si más de la mitad de la prensa, después de la derrota contra Suiza, estaban quemando sus camisas rojas y unos partidos después no quedaba ni huella de esos ventajistas que auguraban lo peor. Y para entonces toda la prensa hablaba de ellos sin mirarse la viga en el ojo... En fin, mejor olvidarlo que es para hacerse muy mala sangre.

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  2. El Inter ganó la Champions a puro catenaccio y todo el mundo comenzó a hablar de Mourinho como de la nueva maravilla. Por suerte llegó la España de Del Bosque y demostró que se puede ganar de manera totalmente diferente. Ojalá haga escuela, y que de paso contagie un poco a Argentina. En septiembre España jugará un amistoso en Buenos Aires. Espero que la gente lleve boli y libreta para tomar nota del juego español.

    ...Y qué decir de las reacciones luego de la derrota, accidental, contra Suiza. ¡Si algunos hasta hablaban de cambiar el estilo, de sacar del equipo a Busquets, de un Casillas desconcentrado por culpa de la novia...! ¡Y todo por un sólo partido! El tremendismo que rodea al fútbol es insoportable.

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  3. Espero que no los corran a patadas... Que con la mala leche que genera Maradona respecto a España todo puede ser. Porque para mi que continuará para desgracia de los argentinos de buen criterio.

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